TURQUÍA Y SIRIA: LA TORMENTA PERFECTA - INCIDE
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25 Feb TURQUÍA Y SIRIA: LA TORMENTA PERFECTA

 

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En la actualidad cuando nos referimos a la expresión Tormenta Perfecta, haciendo alusión a un fenómeno meteorológico, es la suma de diversos factores, que en lo individual pueden o no ser insignificantes, pero que alineados se convierten, dependiendo del momento y lugar, en circunstancias políticas, sociales, culturales o de seguridad graves.

El gran filósofo griego Platón afirmaba que la IGNORANCIA era la culpable de todos los males que asolaban a la sociedad de aquel entonces, ya que consideraba que cuando alguien no hacía el bien, no necesariamente quería hacer el mal, sino por la falta de validez, imperfección de los contenidos o conocimientos adquiridos para la correcta toma de decisiones, es decir por su IGNORANCIA, convertido en el elemento número 1 de una Tormenta Perfecta.

Como factor 2, mencionaré a la SOBERBIA  como “una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder”, definición que tomo de la frase acuñada por el libertador de América, José de San Martín.

El tercer factor es la CORRUPCIÓN, misma que hemos mencionado en artículos anteriores que no es necesariamente el acto de aceptar una tradicional “mochada”; sino también la negligencia de aceptar un cargo público privado sin estar preparado, ser omiso, permisivo, indolente o simplemente perezoso en el cumplimiento de obligaciones legales o normativas.

Hasta aquí sólo vamos identificando y definiendo acciones que debemos afinar para disminuir los riesgos ante cualquier desastre, vemos a la CORRUPCIÓN como grave factor de vulnerabilidad, ahora la SOBERBIA  abre otro flanco que debemos atacar, uno con ÉTICA y el otro con HUMILDAD, ambos valores intrínsecos que nos definen como “buenas personas”.

Muchas veces, la SOBERBIA viene acompañada de la verdad absoluta, creyendo que por tener un cargo púbico tenemos el derecho de poseerla, pero el único derecho que tenemos como funcionarios es el de hacer las cosas bien y si no, dejar paso para encontrar a la gente que pueda, la clase gobernante al parecer no lo entiende y sigue creyendo que los cargos públicos son centros de aprendizaje, a prueba y error, y posiblemente muchos de esos cargos podrán aguantar esa tibieza, pero los relacionados con la gestión de riesgo no y mientras más alta es la jerarquía, más grandes las torpezas y más trágicos pueden llegar  a ser los errores o las omisiones.

Acabamos de ser testigos una vez más en Turquía y Siria, como estos elementos, IGNORANCIA, SOBERBIA y CORRUCPIÓN, sumado a los fenómenos perturbadores ha cobrado vidas, convirtiendo algo que debió ser un elemento seguro en zonas de alta vulnerabilidad en donde la misma gente aplaudió años atrás, ante la oferta política, la no revisión de dichas edificaciones por considerar acciones de presión y recaudación.

Aplaudo si, a las autoridades por encarcelar a más de 100 contratistas, pero también se debe de encarcelar a los funcionarios públicos, presentes y pasados, a supervisores, entre otros muchos más que también fueron responsables de tan cruento evento.

No podemos olvidar que en 1999 se presentó un terremoto en Chichi, Turquía, por ello no se puede decir que fueron sorprendidos, causando muertos e incluso un informe de los ingenieros  de la época, declararon que los edificios se no se derrumbaron por el terremoto sino por la corrupción, el diseñador estructural demostró en campo que él había realizado el diseño correcto,  ya que al ir a revisar los edificios estos habían sido construidos sin seguir sus especificaciones, quien se salvó de ir a la cárcel, más no así el constructor y el interventor (supervisor o funcionario).

Por ello, fue triste la respuesta del presidente Turco actual (desde 2014), Recep Tayyip Erdoğan, por su respuesta titubeante y una pobre preparación ante el desastre, argumentando que “es imposible prepararse para un desastre de esta magnitud”, por ello, sin importar la corriente ideológica de una fuerza política que arribe al poder, la sociedad civil no debemos de quitar el dedo del renglón sobre la RESILIENCIA, término que se popularizó al grado de “chafearlo” durante la pandemia, pero que no deja de cobrar relevancia y debemos de volver a voltear a ver como una verdadera respuesta para que “un desastre de esta magnitud” no vuelva a causar el mismo daño.

El evadir no sólo la responsabilidad jurídica sino también la responsabilidad política ha sido una práctica común en países en desarrollo, en los cuales la vulnerabilidad está íntimamente ligada a problemas aun no resueltos. Se han dado casos en los cuales ciertas autoridades gubernamentales, sin escrúpulos, diluyen su responsabilidad, argumentando que el desastre ocurrido no era factible “prevenirlo”, cuando las consecuencias, se sabe, no sólo dependen de la ocurrencia del fenómeno que lo origina sino de la vulnerabilidad de los elementos afectados, como ya mencionamos.

No sobra decir, que esta circunstancia se presenta en parte por la falta de conciencia de la comunidad acerca del riesgo y por el desconocimiento de las medidas de mitigación y prevención que se le pueden exigir a las autoridades, ya que no les es fácil discernir los niveles de protección a los cuales tenían derecho de acuerdo con su propia legislación.

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Guillermo Moreno Ríos, Ingeniero civil, académico, empresario, comunicador, especialista en gestión y transferencia financiera de riesgos, coordinador de la RED Profesional de los Derechos Humanos y fundador del Consejo INCIDE, A.C. incide.guillermo@gmail.com

Revista INCIDE Edición 171