CLÍNICA ABORTISTA: UNA CÁMARA DE HORRORES (segunda parte) - INCIDE
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25 Ago CLÍNICA ABORTISTA: UNA CÁMARA DE HORRORES (segunda parte)

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POR: ARQ. CARLOS MARTIN QUINTERO ORCI

Recuerdo que ella puso el brazo en un trapo, y cuando vi eso, no lo podía creer. Me senté callada. Hurgó nuevamente con las pinzas y levantó una pierna. Vi que estaba muy bien formada. Pude ver sus uñas, y cuando vi sus rodillas, vi las pequeñas líneas que se forman en la piel. Y dijo ella: “Esta es la segunda parte”, y la puso sobre el trapo. Luego encontró el otro brazo, la otra pierna, y recuerdo haberle mirado la cara, porque yo estaba en shock. Mi corazón latía fuerte. Ella se veía insensible, robótica, sin mostrar emoción alguna, nada.

La quinta parte fue la cabeza. Cuando la puso a la luz, pude ver sus cejas, el pelo que estaba creciendo, su nariz, sus orejas, y la boca, que estaba totalmente abierta, como si hubiera gritado de dolor, pero nadie lo podía escuchar porque no tenía voz. La anestesia era para la mujer, no para el bebé. El bebé sintió cada arranque de su cuerpo.

Cuando vi eso, pensé: “¡Maté a mis tres hijos!¡Este es un ser humano de tres meses!”. (yo tuve mi primer aborto a los 4 meses de embarazo). Me engañaron. Me dijeron que era una bolsa de células, y esto es un ser humano, pero me quedé callada como cobarde. Me quise hacer la fuerte, pero estaba traumada por dentro. La enfermera juntó las partes de este cuerpo y dijo: “El aborto fue un éxito. Dile al doctor que la paciente puede dejar el cuarto. Todas las partes del cuerpo están aquí”.

No entendía cómo mis compañeras, cuando buscaban las partes de los bebés, podían decirme: “¿Qué vas a hacer este fin de semana?¿Qué vas a comer al rato?”. Entraba el doctor para preguntar: “¿Ya están todas las partes ahí?”, silbando, cantando, bromeando, o haciendo chistes con mis compañeros. Estas gentes me parecían como robots, como zombies. ¿No sienten lo que siento yo?¿No ven que esto es un ser humano? Pero me quedaba callada.

Los días de abortos son una cosa horrorosa, porque escuchas el ruido de la aspiradora todo el día. Las mujeres literalmente se desmayan. Las arrastran por los pasillos. Yo andaba de aborto en aborto. Aquello era como una máquina de matar humanos. Como una carnicería. Una maquinación de dinero, un negocio.

Al final del día, en esa bolsa, están acumulados los pedazos de 25 seres humanos. Le pregunté a la enfermera que si qué hacíamos con la bolsa. Y ella me dijo: “¿Con esta basura? No podemos tirarlos en los botes de la basura de ahí afuera, porque las mujeres pueden salir a abrirlos y encontrar ahí a sus hijos muertos despedazados. Guárdalos en aquel congelador. Cada mes vienen de una compañía a recogerlos para irlos a tirar al basurero”.

Abrí el congelador y, para mi sorpresa, me encuentro con bloques de hielo, con puros bebés despedazados de todos los abortos de ese mes. Imagínense ver un bloque de hielo con manos, cabezas gritando… era una cosa horrible. Y vi el día cuando fueron a recogerlos para llevarlos a tirar al basurero. Esto fue hace algunos años. Hoy sabemos que Planned Parenthood trafica órganos de bebés, pero en aquel tiempo los tiraban a la basura.

Todos los días lloraba en mi carro. Me sentía culpable y me decía: “Yo asesiné a mis tres hijos pero ¿Qué hago si renuncio?¿Cómo pago mis cuentas? Necesito el trabajo”. Un día entré y estaba una joven de 16 años embarazada, y la encargada, que se veía feliz (nunca la había visto así, pero es que íbamos a cobrar 3,000 dólares por este aborto), me dice: “Patricia, tú la vas a atender durante su aborto. Tiene seis meses de gestación, y está embarazada con gemelos”.

Un bebé con seis meses de gestación puede perfectamente vivir fuera del vientre materno. Yo ya no tenía corazón para ver a dos hermanitos en una charola de vidrio, despedazados, y me salí corriendo. Tras un mes de trabajar ahí, ya no aguanté más. Estaba traumada. Me sentía como asesina, una cómplice ayudando a mamás a matar a sus hijos, engañándolas, matando a mis propios hijos en mi propio cuerpo. Perdí la cabeza y tiempo después empecé a andar con un joven adicto a las drogas.

Esto es parte del relato de Patricia. Después de eso cuenta que perdió su casa, su carro, se vio envuelta en problemas de drogas y terminó viviendo en las calles. Así duró tres años, hasta que, con la ayuda de su familia y otras personas, enderezó su vida y desde entonces se ha dedicado a hacer público su relato, a contar la verdad de las cosas.

Si no fuera por lo terrible del tema, daría risa ver cómo algunos países se dan baños de pureza hablando del holocausto judío y los programas eugenésicos en la Alemania de Hitler, al tiempo que ellos hacen algo mucho, mucho peor. Tan sólo en Estados Unidos, la industria del aborto ha matado a más de 60,000,000 (y contando) de bebés, a lo que hay que sumar a las mamás que han muerto por abortos mal practicados en “higiénicas” clínicas abortistas. Y hay países en los que se permite abortar si se descubre que el bebé viene con el síndrome de Down. Y todo por hacer negocio, por dinero.

(Su testimonio completo en Youtube: Patricia Sandoval “Mi testimonio sobre el aborto en Planned Parenthood”)

PRIMERA PARTE http://consejoincide.com/2022/08/24/de-todo-un-poco-27/

Carlos Martín Quintero Orcí

arqcquintero@yahoo.com

Puntos curriculares:

*Arquitecto con experiencia en todo tipo de proyectos.

*Colaborador de INCIDE desde el 2001.

*Historiador aficionado de la ciudad de Hermosillo.

*Escritor en diferentes medios acerca de diferentes temas.

*Fotógrafo del paisaje y de la construcción.

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