ACERCA DEL DILEMA MORAL DE RECIBIR VACUNAS RELACIONADAS CON ABORTOS - INCIDE
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23 Feb ACERCA DEL DILEMA MORAL DE RECIBIR VACUNAS RELACIONADAS CON ABORTOS

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POR: ARQ. CARLOS MARTIN QUINTERO ORCI

Respecto al asunto que quedó pendiente en mi colaboración anterior, y que preocupa a algunas personas, acerca de la licitud de recibir vacunas elaboradas a partir de células de fetos abortados, hay que aclarar algunas cosas.

Primero que nada, no son células que provengan directamente de los bebés abortados, sino que se trata de líneas celulares, que son cultivos de células que crecen en un laboratorio, replicándose a partir de un tejido originario. En el caso del desarrollo de vacunas contra el covid 19, algunas compañías han utilizado una de las dos líneas celulares cuyo origen son de abortos. Uno se realizó en septiembre de 1966 (línea celular MRC-5) y el otro en Alemania en 1972 (línea celular HEK-293). Las células obtenidas se han venido cultivando en laboratorios de muchos países desde entonces. La información disponible (al menos la que un servidor encontró en el internet) no deja muy en claro si se trató de abortos provocados o espontáneos. En este último caso, utilizar las líneas celulares obtenidas, no representa ningún problema moral.

Pero asumiendo el peor de los casos (que hayan sido abortos provocados), la pregunta entonces sería: ¿es lícito beneficiarse de ello, recibiendo las vacunas así desarrolladas?¿No sería eso fomentar o participar del crimen del aborto? La respuesta es que estos abortos se dieron hace muchos años y las líneas celulares han pasado por muchas manos en diferentes etapas, por lo que la colaboración al mal (compartir la mala intención, aunque no se participe activamente en la acción) como se le conoce en la moral cristiana, varía de acuerdo al grado de participación, a las intenciones y a las circunstancias, porque no es lo mismo la persona que mató al bebé que las personas que varias décadas después recibieron la vacuna ya desarrollada que por las circunstancias actuales se volvió vital.

En resumen, se presentan tres campos de actuación ética:

Los que preparan y participan directamente en las vacunas. Nunca será lícito practicarse un aborto o ayudar a su realización, de ello no hay duda. También obran mal quienes no participan pero guardan un silencio cómplice no denunciando o no contrarrestando tal acción, sobre todo cuando de ello esperan recibir algo que les genere algún beneficio. Nunca será éticamente lícito usar este material humano, aunque exista una separación entre la comisión del aborto y quienes desarrollan la investigación científica.

Los que se encuentran en la cadena de producción, distribución y comercialización. No es aceptable participar en la comercialización de productos obtenidos mediante medios inmorales, así como fomentar la demanda de aquellos y su aceptación en la sociedad. Lo correcto es salirse de esta situación invocando la objeción de conciencia, a no ser que existiera un motivo proporcionalmente grave que hiciera absolutamente necesaria la cooperación. Pero por principio de cuentas, la cooperación es ilícita.

Los usuarios de las vacunas. Los abortos practicados hace medio siglo no han sido determinantes para el uso actual de las vacunas, aunque tampoco se pueden hoy aceptar estas así nomás como así, porque sería una forma de aprobar, o al menos consentir, el mal que se ha hecho. Por lo general, las personas que acuden al médico o a una farmacia no se plantean ni el origen del medicamento ni su proceso de fabricación. De ahí que su responsabilidad moral es muy remota. Por supuesto, si se enterasen, deben contribuir a su no difusión.

Por poner un ejemplo, supongamos que hoy alguien inventa un equipo médico que salva vidas, pero requiere de un material que se obtuvo hace décadas matando a alguien para robárselo. Aunque la creación de este invento no estaba en la mente del homicida, el inventor, por conciencia moral, por un sentido de humanidad, ha de abstenerse de utilizar ese material y buscar otra solución. Pero si definitivamente no hay otra forma de echar a andar el equipo –y por lo tanto, de salvar esas vidas- sin ese material, es lícito utilizarlo, dejando en claro que no se está de acuerdo con el asesinato y el robo, pero que, por otro lado, de no utilizar el material, habrá personas que mueran por ello.

Igual pasa con el asunto de las vacunas obtenidas de líneas celulares provenientes de fetos abortados (en el caso de que hayan sido abortos provocados). Si hay a disposición del público, como en algunos países, diferentes marcas de donde escoger, se debe elegir una que no tenga relación con abortos. Pero si las únicas disponibles son de las que tienen relación con abortos, y no puede uno quedarse sin vacunar sin correr por ello un razonable riesgo de infectarse y  morir, es lícito utilizarlas, pero dejando en claro que no se está de acuerdo con el crimen del aborto. Porque se trata no solo de protegerse uno, sino también de proteger a los demás de un posible contagio. No es una cuestión política, ni una conspiración, sino un asunto de salud, de vida o muerte.

Carlos Martín Quintero Orcí

arqcquintero@yahoo.com

Puntos curriculares:

*Arquitecto con experiencia en todo tipo de proyectos.

*Colaborador de INCIDE desde el 2001.

*Historiador aficionado de la ciudad de Hermosillo.

*Escritor en diferentes medios acerca de diferentes temas.

*Fotógrafo del paisaje y de la construcción.

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