COVID Y GRILLA - INCIDE
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22 Ago COVID Y GRILLA

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POR: ARQ. CARLOS MARTIN QUINTERO ORCI

En cierta película, un niño le contaba un chiste a su padre: “Un día, un señor se estaba ahogando en un lago. Alguien se acercó en lancha y le dijo ‘súbase’, pero el hombre en el agua respondió ‘no gracias, Dios me va a salvar’. Se acercó otra lancha y el tripulante le dijo ‘súbase’, pero el nadador le repitió ‘gracias, Dios me va a salvar’. Finalmente, el hombre se ahogó, y cuando se presentó ante Dios, el hombre le dijo ‘¿por qué no me salvaste?’, y Dios le respondió ‘¿acaso no te mandé dos lanchas?’”.

Esto mismo está pasando con las vacunas contra el covid. Lo dijo el columnista Leo Zuckermann: “En un mundo donde las vacunas siguen siendo escasas, no acabo de entender a aquellos que tienen la gran oportunidad de vacunarse y se rehúsan a hacerlo”. Igual se puede decir de quienes están en contra del cubrebocas, algunos de los cuales reaccionan con inexplicable agresividad cuando se les dice en un lugar público que tienen que ponérselo.

Al empezar la pandemia, por ser algo desconocido y peligroso, todo mundo acató las medidas de seguridad. Y ante la posibilidad de que cerraran las tiendas o de contagio al ir al super, hubo compras de pánico, siendo las más recordadas las de papel sanitario, y aquí, como buenos sonorenses, las de tortillas de harina. Pero con el tiempo, la gente fue agarrando confianza y las medidas de protección se fueron relajando.

En nuestro país, hay que agregar la laxitud de nuestras autoridades en el manejo de la pandemia desde sus inicios, llegando a tolerar e incluso auspiciar grandes aglomeraciones en lugares públicos, como el show “Memoria Luminosa” hace unos días en el Zócalo de la Ciudad de México.

No faltan las teorías conspiracionistas que circulan libremente en internet y redes sociales, sembrando la desinformación. Tal vez algunas tengan elementos de verdad, pero lo cierto es que en el mundo han muerto millones de personas no vacunadas o que no habían recibido aún la dosis completa. Al momento de escribir esto, la tercera ola de contagios de covid aquí en Sonora está atacando con mayor fuerza a los no vacunados, que representan el 90% de los hospitalizados de gravedad.

Y también hay, desafortunadamente, quienes politizan el asunto. Esto es lo que ha hecho un senador de Estados Unidos acusando al director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (Dr. Anthony Fauci), irónicamente, de politizar el asunto, ya que según este senador, las medidas de protección promovidas por Fauci harán que el gobierno “controle” a la gente.

El senador parece olvidar que un gobierno debe velar por el bienestar de su pueblo, y en caso de pandemia, tomar las medidas de seguridad necesarias e instruir a la gente para que se proteja, aún con carácter de obligatorio si fuera necesario, ya que muchos no quieren hacer caso por un mal entendido concepto de “libertad”. Lo que se busca, finalmente, es acabar pronto con la pandemia, por mínimas que sean las posibilidades de contagiarse y morir.

Decirle a la gente que no tome medidas de seguridad es irresponsable, ya que ello puede provocar muertes, así sea solo una. Habrá también quienes no mueran, pero tendrán un sufrimiento terrible y prolongado durante su enfermedad. Para un servidor, si antes resultaban chocantes las declaraciones de ese senador, hoy con mayor razón, tras el reciente fallecimiento por covid de un buen amigo mío.

Estadísticamente, las probabilidades de morir en un accidente automovilístico son mínimas, sobre todo con la protección de las bolsas de aire y de que los carros no son macizos como antes, sino que están diseñados para absorber (y así amortiguar) el impacto. Pero como sigue existiendo esa posibilidad, todo país establece por ley que los ocupantes de un auto deben usar -obligatoriamente- cinturones de seguridad. Hasta hoy no he escuchado a nadie criticar esa medida. Y es que todos saben que el cinturón puede ser en un momento dado la diferencia entre la vida y la muerte.

Sea el virus natural o creado en laboratorio, la pandemia es una realidad. Y pese a que las vacunas aún no han sido aprobadas, los ensayos clínicos demuestran de manera abrumadora que son muy seguras (aunque algunos dudan de la de China). Nada más hay que considerar que aunque brindan un gran porcentaje de eficacia (algunas más de 90%), por el hecho de no llegar al 100%, aún es posible que alguien ya vacunado se contagie si se expone a la enfermedad.

Peor aún, hay algunas personas que no pueden vacunarse porque son inmunodeficientes o porque son alérgicas a algún componente, por lo que dependen de la inmunidad colectiva para su protección, y son puestas en riesgo por quienes deciden no vacunarse, ni vacunar a sus hijos, ni usar cubrebocas. Gracias a las vacunaciones sistemáticas, muchas enfermedades que antes eran habituales (sarampión, rubeola, poliomielitis, etc.) prácticamente han sido erradicadas. Si ha habido resurgimiento de algunas de ellas ha sido a causa de la corriente que se originó hace algunos años en contra de la vacunación sistemática.

Carlos Martín Quintero Orcí

arqcquintero@yahoo.com

Puntos curriculares:

*Arquitecto con experiencia en todo tipo de proyectos.

*Colaborador de INCIDE desde el 2001.

*Historiador aficionado de la ciudad de Hermosillo.

*Escritor en diferentes medios acerca de diferentes temas.

*Fotógrafo del paisaje y de la construcción.

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