06 Dic LA PROHIBICIÓN DE TERAPIAS PARA SUPERAR LA HOMOSEXUALIDAD
Hace poco, delante de una adolescente, alguien pronunció, así nada más, una palabra que va en contra de la mentalidad “woke” con la que están tan impregnados los jóvenes de hoy, tan sólo para ver cómo reaccionaba la muchacha. Ésta, al oírla, inmediatamente respingó: “¡No puedes decir esa palabra!”. La palabra fue pronunciada en una conversación privada, dentro de un domicilio particular, y sin estar aplicada a nadie. Pero la juventud actual está como programada para alinearse bajo ciertas ideas, sin analizar las cosas, sin mentalidad crítica propia. Sólo con respuestas estandarizadas.
Hasta hace todavía relativamente poco, los padres de familia podían educar a sus hijos sin mayores problemas. Había más unidad de criterios en la sociedad (lo que no estaba peleado con saber razonar), a diferencia de lo que sucede hoy en día. Actualmente, los padres de familia tienen una labor más ardua a la hora de orientar a sus hijos para enseñarlos a pensar con criterio, porque tienen que competir con los “Youtubers”, los “influencers”, y las ideas frívolas e incluso nocivas (sexo desordenado, apología de la violencia, normalización de la homosexualidad, ecologismo extremo, etc.) que absorben como esponjas de películas, programas de televisión, canciones de moda, comunicadores y políticos liberales, etc. Es una batalla constante de orientación contra desorientación.
Es común escuchar en programas y películas, cuando un personaje está en una situación en que debe de tomar una decisión importante y no halla por cual opción decidirse, que en vez de aconsejársele que consulte con alguien que sepa, o que haga caso de la experiencia, se le diga “haz lo que te diga tu corazón”. O sea, haz lo que tengas más ganas de hacer, importando poco si conviene o no. La disciplina y la razón han sido sustituidas por los sentimientos.
Aprovechando esta cultura (o más bien la falta de ella) actual, muchos legisladores están buscando ahora, entre otras causas dañinas, darle impulso a la ideología de género, a través de leyes que la favorecen, y una de ellas es la de prohibir las terapias para superar la homosexualidad, a las que mañosamente llaman “terapias de conversión”, como si se tratara de alterar la mente de las personas con disforia de género. Es decir, si una persona con este desorden quiere darle rienda suelta a la hilacha, lo puede hacer sin ningún problema. No hay castigo para quien lo “hormone” o lo mutile. Pero si quiere quitarse ese desorden, legalmente le son cerradas todas las puertas.
La prohibición de estas terapias, que se concretó el pasado 10 de octubre, se dio bajo el supuesto de que a los pacientes que reciben estos tratamientos se les tortura de algún modo: golpes, choques eléctricos, encierros, etc. Desconozco si alguna vez habrá sucedido así, pero ¿acaso este tipo de maltratos no han estado siempre prohibidos?¿Cuál es entonces la necesidad de prohibir también las terapias que se brindan con toda seriedad y profesionalismo, por parte de psicólogos y asesores espirituales? Entonces, según esto, igualmente se tendrían que prohibir las terapias para superar otro tipo de desórdenes, como la esquizofrenia, la bipolaridad, etc., por aquello del “libre desarrollo de la personalidad”. Resulta contradictorio que en aras precisamente de esta última, se prohíba remover los obstáculos que la impiden.
En el caso de menores de edad con disforia de género, sus padres tienen todo el derecho, y también el deber, de buscar tratamiento para sus hijos. Son los padres, no los hijos ni el Estado, quienes deciden. Pero los legisladores partidarios de la ideología de género, tomándose atribuciones que no les corresponden, no sólo les prohíben a los pater familia brindar ayuda a sus hijos, sino que establecen castigos aún más duros para ellos, que pueden llegar incluso a penas de cárcel, violando así de manera abierta y totalmente arbitraria la patria potestad, tal como en las dictaduras comunistas de China y las de antes en Europa oriental.
Casi todos los senadores del PAN estuvieron en contra de la reforma a la ley en el caso de los mayores de edad, ya que consideraron como un abuso que se prohíba a los adultos que tomen la terapia que quieran, pero el intento fue rechazado. De esta bancada, la única que votó a favor de la prohibición total fue Xóchitl Gálvez, quien llama a estas terapias “violencia contra la comunidad LGBT”. Otro punto en contra de su candidatura.
Carlos Martín Quintero Orcí
Puntos curriculares:
*Arquitecto con experiencia en todo tipo de proyectos.
*Colaborador de INCIDE desde el 2001.
*Historiador aficionado de la ciudad de Hermosillo.
*Escritor en diferentes medios acerca de diferentes temas.
*Fotógrafo del paisaje y de la construcción.
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