01 May La alegría de su vida
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En esta entrega quiero relatar, de manera breve, la historia de la hija de una gran amiga (con su autorización) y de ser posible llegar al corazón de alguna joven que se sienta angustiada y ahogada entre la gran disyuntiva: materialismo, despreocupación, diversión, frente a conciencia, responsabilidad y respeto a la vida.
Cuando escribimos (libros, ensayos, columnas, etc.) lo hacemos pensando, que además de que alguien nos va a leer, nuestro comentario y punto de vista puede servir a otras personas. En esta ocasión no es la excepción.
La hija de mi amiga, le diremos Fátima, actualmente tiene 22 años y trabaja en una empresa de marketing, aunque el relato es de dos años atrás. Nació dentro de una familia católica, de esas que aún le dan un profundo sentido a la religión; se le enseñó a valorar el tiempo, a rezar, a ser dedicada en los estudios y a cuidar a sus amistades.
Fátima tiene muchas cualidades, sobre todo es alegre, pero, pues, también tiene defectos, como la pereza y una imaginación desbordante. Su sueño era ser bailarina, pero sin hacer las cuatro horas de ejercicio y practica no sería posible. Después soñó con ser enfermera y al ir a la universidad se inscribió en esta carrera, pero, lo mismo, sin dedicación. Con estos dos detalles vemos que Fátima tenía un carácter blando, blando. No era una persona mala, era una persona tibia.
Durante la prepa salía con Carlos, buen chico y aceptado por la familia, con costumbres y valores similares a los recibidos por ella. Llega el tiempo de universidad, nuevos amigos, nuevas rutinas, nuevas costumbres. Primero las clásicas preguntas de las amigas: ¿tienes que ir todos los domingos a Misa?, ¿de verdad tienes que pedir permiso?, ¿ni una cerveza vas a tomar?. Después el cambio en la forma de vestir y una rebeldía, que los padres la veían “normal”.
En ese nuevo caminar se encuentra con un hombre del que se enamoró perdidamente. No había poder humano ni divino, que la hiciera ver que no era una relación que le convenía. Entre esta relación y sus nuevas amigas su visión del mundo, y sobre todo de su mundo, cambió y fue dominado por el relativismo: si te hace feliz está bien, lo demás, está de más.
Dije que sería breve, así que imaginan bien, quedó embarazada a los 20 años. Desde que ingresó a la universidad la relación con sus padres era realmente estresante, por lo que cuando se da cuenta que está esperando bebé no acude ellos. Va primero con el novio y este le sugiere que vea con sus amigas a dónde puede acudir para “resolver el problema”, sería fácil y rápido. Claro que las amigas de inmediato le dieron opciones.
Fátima agradeció la ayuda de sus amigas ya que, ¿qué haría con un niño a sus 20 años?, ¿qué dirían sus padres? ¿cómo dejaría de ir a la universidad? ¿y su vida?, en fin, estas y más cosas pasaron por su cabeza y se sentía presionada porque no podía dejar pasar mucho tiempo. Así se llegó el día de una primera cita para “resolver el problema” pero, ella no llegó a ese lugar. Su novio la pospuso y se molestó, porque ya había pagado por el “servicio”. Lo mismo pasó en las siguientes 3 citas. El tercer mes de embarazo ya avanzaba.
Definitivamente, Fátima no abortó. Cada vez que iba camino a la cita su mamá le llamaba al celular para saber si estaba bien, claro que no sabía lo que pasaba, pero es madre y algo le dictaba su corazón. La cuarta cita la perdió y se fue directo a su casa y les dijo a sus padres lo que pasaba y de dónde venía. Ella comentó después, que esas llamadas la hicieron pensar y decidir. Fue, obviamente, un momento difícil y complicado, al igual que los días y semanas siguientes.
La hija de Fátima se llama Leticia, tiene dos años. Es una niña muy querida y la alegría del hogar de mi amiga. Siempre he admirado la valentía de Fátima ante este panorama, ya que decidió no abortar, no matar, a pesar de todos los consejos “bien intencionados” de sus amigas; a pesar de la presión de su novio; a pesar estar inmersa en un mundo despreocupado y egoísta. Decidió hacer frente a las consecuencias de sus actos, si, de sus actos, de nadie más. No culpó a nadie, ni se victimizó, simplemente levantó su cabeza y seguir. Se cambió de universidad, empezó a trabajar y a organizarse para su hija.
En este mes de mayo se celebra el día de la Madre, quiero hacer con esta historia, un reconocimiento a todas las madres solteras que decidieron tener libremente a sus hijos a pesar del qué dirán, a pesar de la presión de amistades para abortar, a pesar de que harán cargo de ellos solas, a pesar de que sus planes se trunquen. Un reconocimiento porque tuvieron opciones y decidieron decir SI a la vida, SI a un hijo, SI a Dios.
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Ana Lidia Moreno Ríos
Licenciada en Letras. Asesora financiera, inmobiliaria y de seguridad patrimonial. Directora de TS Bienes Raíces. Miembro de ASAIS y MULIV. Agente de RGA Promotoría. Colaboradora de Semanario Primera Plana en materia inmobiliaria, Ex Presidenta de AMPI Hermosillo (creadora del Foro Inmobiliario) y miembro del Consejo Técnico de Consejo INCIDE, A.C.
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