Cultura, ciudadano y protección - INCIDE
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15 Abr Cultura, ciudadano y protección

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No existe ningún sistema de protección para organizaciones y comunidades, que pueda alcanzar eficientemente sus objetivos si el recurso humano no sólo es considerado, sino que cumple con las responsabilidades que le son asignadas.


Esas responsabilidades se reflejan, entre otras, en las políticas, códigos de conducta, normas, procedimientos y hasta en instrucciones técnicas. Son las guías incluso de carácter moral que se convierten, bajo acuerdos previos, en las rutas a seguir y en los comportamientos previstos ante un número de situaciones a las que puede verse expuesto el ciudadano.

Hay numerosos casos de éxito donde esos acuerdos no sólo se cumplen, sino que cuentan con procesos de revisión en frecuencias establecidas o ante la ocurrencia de algún incidente. Esa gestión cuenta con la participación tanto de quienes tienen roles formales de liderazgo, como de colaboradores en otras posiciones. Así mismo, otras partes interesadas tales como clientes, contratistas, visitantes y comunidades son escuchadas en cuanto a sus inquietudes y sugerencias.

En fin, se trata de un sistema donde todos participan, todos son activos y todos se benefician. ¿Pero qué pasa cuando la cultura es un factor tóxico? Hace prácticamente imposible contar con un ambiente donde la seguridad no sólo sea una percepción, sino que se mantiene como una evidente protección. El relajo, el incumplimiento, la corrupción y la impunidad corroen los espacios por donde pasan o se mantienen. 

¿Es tan determinante observar con cuidado la cultura de una organización o de una comunidad? Definitivamente. Si bien lograr cambios culturales positivos es un proceso por lo general lento, la influencia de agentes en el contexto interno o externo pueden generar cambios e impactos negativos rápidamente, al punto, de pasar a ser considerados riesgos.

Existen factores comunes en esas organizaciones y comunidades donde la cultura agrega valor a la protección de los ciudadanos. A continuación, algunos de ellos:

Conocerse. La misión y la visión no sólo son unos párrafos que en un elegante marco están ubicados en las áreas de recepción de las instalaciones. Cada parte interesada puede explicar con sus palabras, la razón de ser de la organización y dónde se ve la misma en un período de tiempo. Si no sabemos para dónde vamos no podemos ser un componente de éxito que por medio de su comportamiento y acciones esté construyendo el camino. Por otra parte, la organización conoce plenamente cual es su contexto interno y externo, ya que allí se encuentran entre otros, los valores, la percepción, la cultura, las normas y los modelos que sirven de referencia para la gestión estratégica y táctica. Nada que forme parte de la identidad queda ajeno o es desconocido.

Comunicación. No sólo se trata de establecer políticas y de mantenerlas actualizadas, las mismas se comunican hacia las partes interesadas y se presta atención en que sean plenamente comprendidas. Es el primer paso que garantiza el cumplimiento por convicción. Por otra parte, existen canales en ambas direcciones que facilitan la comunicación fluida, ágil y sin procesos complejos. 

Modelaje. Debe existir una congruencia entre lo que se dice, el verbo, y lo que se hace, la acción. No se subestima el valor del modelaje y todos están atentos a mantener hábitos de conducta que sumen positivamente. La confianza está siempre presente ya que se sabe de antemano que existe una responsabilidad mutua que se cumple.
 
Liderazgo. Las organizaciones valoran plenamente al liderazgo como un recurso que aporta a la protección. Asignan recursos para facilitar el conocimiento teórico y la práctica de los diversos estilos. Se fomenta el liderazgo compartido, aquel donde los protagonistas, los responsables y los involucrados somos todos. La alta dirección se involucra y hace evidente su compromiso, lo que se traduce en mantenerse presente en especial, en los momentos difíciles.

Cambios. No se niega la existencia de lo que se conoce comúnmente como “zona de confort”. Ese espacio tangible o intangible donde conviven lo común, conocido y rutinario. Por otra parte, hay plena conciencia de la movilidad, de los cambios, de la flexibilidad. Ese “espacio exterior” es un campo para identificar oportunidades, ser creativos, presentar propuestas y fomentar la cultura de la innovación. El fracaso es visto como una coyuntura que suma al crecimiento del individuo, de la comunidad e incluso de su protección. Una cultura de optimismo justificado suma al clima organizacional.

Hacer de la cultura una opción válida de unión, de trabajo en equipo, de identificación compartida, de elemento clave para la protección, ese es el reto perfectamente superable, que nos corresponde como ciudadanos. Seamos los protagonistas.
 
Artículo también publicado en: https://www.eluniversal.com/el-universal/84633/cultura-ciudadano-y-proteccion con la autorización de su autor:
 

Alfredo Yuncoza MBA CPO CRM

Alfredo Yuncoza tiene un MBA con estudios en Economía, y se ha graduado de varios títulos en seguridad y protección, así como del Centro William J. Perry de Estudios de Defensa Hemisférica, (Universidad Nacional de Defensa. EE. UU.). Sus funciones incluyen: Presidente – fundador del Consejo Asesor Hispano de la Fundación Internacional para Oficiales de Protección (IFPO); Director de Programas Académicos Corporativos en Security College US; Miembro de la red de expertos de la Iniciativa Global contra la Delincuencia Organizada Transnacional; Ex vicepresidente regional (8B) de ASIS International; y Presidente del Comité de Seguridad BritCham Venezuela. Su carrera profesional de más de 30 años se ha desarrollado para organizaciones nacionales y transnacionales. Actualmente es consultor en gestión de riesgos estratégicos en América Latina.