Seguridad y el ciudadano inteligente - INCIDE
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15 Nov Seguridad y el ciudadano inteligente

Reitero que las ciudades inteligentes necesitan de “ciudadanos inteligentes”, motivados y capacitados para lograr que sean verdaderos agentes de un cambio favorable para sus comunidades y organizaciones.

Hace unas semanas, gracias a la iniciativa del colega boliviano Humberto Copa, tuve la oportunidad de ser entrevistado por una emisora de radio desde La Paz. El objetivo era el de conversar sobre diversos aspectos de la seguridad en los actuales tiempos, especialmente, en América Latina.

Entre los factores que se abordaron estaba la posibilidad de contar con ciudades inteligentes donde la seguridad fuera un componente clave.
Si bien creo que Latinoamérica no debe descartar y más bien debería apuntar hacia el desarrollo e implementación de tecnologías de punta, también es necesario recordar que existe la necesidad de preparar ciudadanos inteligentes, personas que tengan el conocimiento suficiente como para alinearse y sacar el máximo provecho de las herramientas que la innovación ofrezca.
Los primeros llamados para atender en cuanto a esta preparación debería ser el recurso humano que desempeña funciones para el sector público y privado de nuestros países. Pero se trata precisamente de aquellos con quienes la región tiene una inmensa deuda acumulada a través de los años.
En el sector privado, por general los niveles directivos y gerenciales, han logrado ir avanzando en sus procesos de actualización profesional, aunque la brecha con colegas de otras latitudes aún es considerable en cuanto a las condiciones laborales, beneficios y oportunidades de crecimiento.
Cuando hablamos del personal operativo es otra la realidad. Aún el oficial de protección, conocido también como vigilante, sigue en el foso de la seguridad. Se trata de la última actividad a quien muchos con resignación y por múltiples razones se dedica. Salvo contadísimas excepciones, las empresas cumplen con estos trabajadores solamente lo que las legislaciones les exigen y para algunos, como “esto siempre se ha hecho así”, no debe cambiar. La ausencia de incentivos, de profesionalización y de ver a la actividad como una carrera con futuro, mantiene al sector con altísimos niveles de rotación, niveles educativos mínimos y una calidad de servicios muchas veces cuestionada.
Por otra parte, la realidad de gran parte de los funcionarios públicos que se dedican a la seguridad ciudadana en América Latina no es muy halagadora. Existen unos factores casi que omnipresentes en toda la región: baja remuneración, mal equipamiento, escasa actualización profesional y una reputación cuestionada.
El funcionario policial debido entre otras, a la ausencia de programas de vivienda, por lo general reside en los mismos sectores donde los delincuentes hacen vida, en favelas o barrios donde la educación, los servicios públicos, el deporte y la propia seguridad no son una norma. Esas condiciones se reflejan hacia su núcleo familiar y en cierta forma marcan lo que será el futuro de sus hijos.
Por otra parte, son numerosos los casos donde ante la necesidad de llevar adelante una acción represiva dentro del margen de la ley, los policías se encuentran con bandas de delincuentes que disponen de mayor poder de fuego, eficientes comunicaciones y medios de transporte. Es una respuesta humana totalmente comprensible que el funcionario asuma como prioridad su propia integridad.
No es secreto que el diseño de algunos centros policiales son construcciones que no cumplen con los mínimos requerimientos que una gestión moderna y eficiente requiere. A esto debemos sumarle programas de mantenimiento esporádicos y por general correctivos.
Políticas de seguridad orientadas a satisfacer necesidades partidistas y no de las comunidades aumentan el ya difícil trabajo del funcionario público y del profesional del sector privado. No es extraño que el delincuente aproveche las áreas grises de las leyes para alcanzar la libertad y que quien ejerce la ley o el derecho a la legítima defensa termine tras las rejas.
Tribunales abarrotados, cárceles con un hacinamiento extremo y, alarmantes indicadores de corrupción hacen cuesta arriba que los ciudadanos confíen en el sistema de justicia de sus países, donde la impunidad es un valor negativo que se propaga rápidamente.
Creo firmemente en la necesidad de modernizar las ciudades de Latinoamérica, de diseñar e implementar políticas donde las tecnologías sean protagonistas, y que para ello se consideren las opiniones de equipos multidisciplinarios conformados por reconocidos especialistas.
Por otra parte, reitero que las ciudades inteligentes necesitan de “ciudadanos inteligentes”, motivados y capacitados para lograr que sean verdaderos agentes de un cambio favorable para sus comunidades y organizaciones.
Empecemos por poner al día las deudas básicas pendientes y estoy seguro de que los resultados positivos no se harán esperar.

Artículo tomado de: https://www.eluniversal.com/el-universal/83687/seguridad-y-el-ciudadano-inteligente con la autorización de su autor:

Alfredo Yuncoza MBA CPO CRM

Alfredo Yuncoza tiene un MBA con estudios en Economía, y se ha graduado de varios títulos en seguridad y protección, así como del Centro William J. Perry de Estudios de Defensa Hemisférica, (Universidad Nacional de Defensa. EE. UU.). Sus funciones incluyen: Presidente – fundador del Consejo Asesor Hispano de la Fundación Internacional para Oficiales de Protección (IFPO); Director de Programas Académicos Corporativos en Security College US; Miembro de la red de expertos de la Iniciativa Global contra la Delincuencia Organizada Transnacional; Ex vicepresidente regional (8B) de ASIS International; y Presidente del Comité de Seguridad BritCham Venezuela. Su carrera profesional de más de 30 años se ha desarrollado para organizaciones nacionales y transnacionales. Actualmente es consultor en gestión de riesgos estratégicos en América Latina.