23 Abr El Trágico Tráfico
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Dr. Raúl Martínez Mir
Hay momentos en los que uno realmente se cuestiona muchas cosas sobre la humanidad, incluyendo si ese mismo nombre es correcto. Define el diccionario la humanidad con varias acepciones, una de ellas como “conjunto de personas”, la otra, que es la más relevante para él presente como “sensibilidad, compasión de las desgracias de nuestros semejantes” Curiosamente podemos encontrar humanidad inhumana. La siguiente afirmación radica en un hecho claro, la humanidad se ha perdido en favor de la individualidad. La gente ahora tan sólo se preocupan por ellos mismos, sin importarle las consecuencias que sus acciones puedan tener para otras personas. Un ejemplo claro, motivo de este artículo, es el que diariamente sufrimos todos los conductores. Existe un gran número de personas que no ven mas allá de sus propias narices, sin darse cuenta de que lo que realmente llevan entre las manos no es un volante, sino la vida misma, la suya y la de otras personas.
La parte más divertida de todas es cuando alguien te comenta lo que le ha ocurrido con algún “ciudadano”, porque claro esta, si nos preguntan, todos contestamos que nosotros conducimos bien. Es como aquel chiste, de la mama que esta viendo el desfile del 16 de Septiembre, en el que sale su hijo y dice aquello de, “Que listo es mi hijo, entre los miles de soldados que hay es el único que no lleva el paso cambiado”. Vamos, que somos capaces de ver la paja en el ojo ajeno, sin ver la viga que hay en el nuestro. Ha llegado un momento en que el conductor se siente más como un piloto Nascar que como un simple conductor, tan sólo hemos de observar que hacen cuando llegan a un semáforo, se sitúan cual parrilla de salida. Si hay un sitio en el carril de la derecha, yo me sitúo en él, ganando así dos posiciones, que más da si 200 metros más adelante tengo que girar a la izquierda, yo tengo que tomar posiciones. Más divertido es cuando alguien intenta entrar en el carril, y comienzan a tocar el claxon, y a gritarle, “Chin… que me quieres quitar el carril, pero como eres de p…” bueno, ante todo hay que dejar algo claro, el carril no es de nadie, y no te lo van a quitar. Pero la que más me encanta de todas, sin duda, la más curiosa, se produce cuando tu vas circulando adecuadamente, y decides cambiar de carril, miras por el retrovisor, y ves que el coche que circula detrás de ti va relativamente detrás, lo suficiente como para cambiarte de carril, en ese momento marcas la maniobra, como indica el código de circulación, y pones el intermitente, es en ese momento cuando el coche de atrás tuyo, ve la señal “Ahora, ahora es cuando tengo que pisar el pedal del acelerador, para que no me quiten el carril, que no se me meta”, si alguien tiene alguna duda de porque hay gente que no pone el intermitente cuando cambia de carril, está claro, es para no avisar, y así sufrir menos.
Esta situación sería graciosa, sino fuera por todas las consecuencias que tienen los choques. Diariamente, un agente municipal puede presenciar entre unos 8 y 15 accidentes, de mayor o menor gravedad. Dejando de lado las lesiones humanas, las que a algunos conductores parece no importar, y centrándonos únicamente en los daños materiales, todo lo que viene tras el choque hace que a uno se le quiten las ganas de subirse a un coche. Para empezar, pocos son los vehículos que cuentan con seguro, si tienes la suerte de que alguien que choco contigo tiene seguro, corres el riesgo que el seguro te diga que lamentándolo mucho la poliza del señor no cubre ese tipo de siniestros, entonces ¿para que quiere uno un seguro?. Si el señor no tiene seguro tienes dos opciones, una llegar a un acuerdo, que rara vez se produce porque cínicamente él “no se siente responsable”, cierto la culpa es del presidente municipal, que no dejó en claro que ese carril era propiedad del señor, así que culpa tuya por no saberlo, y dos esperar que llegue la autoridad que te “ayudan” a que llegues a un acuerdo, y sino llegas a un acuerdo lo que hacen es quitarte el coche, por un par de días, eso sí, que no se lo quedan para siempre, y de regalo te dan unas calcamonías que no se quitan con nada, para que te acuerdes durante mucho tiempo del siniestro. Después debes ir a comisaría a llegar a un acuerdo con el energúmeno que te choco, quién sigue insistiendo en que “no se siente responsable”, y de ahí al ministerio público, y así sigue la lista interminable de protocolo “burrocrático” que insiste en que llegues a un acuerdo, pero bueno, nadie se da cuenta que el señor que me choco no quiere acuerdo, lo que quiere es no pagar. Así que la mejor opción casi es no chocar. Por cierto, recuerde que si nos preguntarán todos diríamos que nosotros somos las víctimas.
Seamos honestos con nosotros mismos, si queremos dignidad, si queremos un sistema que funcione correctamente, debemos empezar por ser honestos. Lo único que hacemos con no querer aceptar nuestra culpa es generar más trabajo a los funcionarios, y aunque usted no lo crea, algunos de ellos trabajan y todo.
Empiece por pensar que cuando se sube al coche usted lleva la vida de las personas que están a bordo en sus manos, incluyendo la suya, porque aunque usted no lo crea, ni es usted de goma, ni inmortal. Empiece por practicar la urbanidad, y ceda el paso a otros vehículos, y cuando se lo cedan a usted, agradezca a la persona con un gesto de amabilidad. Levante un poco el pié del acelerador, total ya sabe donde va a llegar, y la cara de su jefe por las mañanas, ¿tanto le gusta el trabajo que tanta prisa tiene por llegar?, tranquilo, hay café para todos. Y por favor, sabemos que el gobierno municipal no tiene suficiente para pavimentar toda la ciudad, así que cuando vea pavimento esfuércese por circular dentro de los límites de este, ese trozo de tierra no es para adelantar, porque soy el mas listo, de hecho, ese trozo es el que mas accidentes provoca. Tenga paciencia, total, es preferible perder unos segundos en la vida, que la vida en unos segundos. Yo por mi parte, prometo ser mas humano y entender que aquellos que manejan no forman parte del reino animal, aunque a veces tenga ganas de gritarles la especie de la que forman parte.
Dr. Raúl Martínez Mir
Consultor y docente en Psicología y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sonora
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