25 Mar RUSIA NO ES EL ÚNICO RESPONSABLE DE LA INVASIÓN A UCRANIA
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POR: ARQ. CARLOS MARTIN QUINTERO ORCI
El problema no comenzó hace un mes con la invasión, sino en los 90’s, y no por parte de Rusia. Y es que en el complejo mundo de las relaciones internacionales es muy diferente al de las relaciones interpersonales. En estas, uno puede pasar por alto los roces que a veces se presentan en la vida diaria para llevar la fiesta en paz, porque si no, nos la pasaríamos todos de pleito. Pero entre países, la cosa es muy diferente, sobre todo entre potencias, que lo que buscan más que nada es cuidar sus intereses, aunque ante el mundo usen palabras como “democracia”, “libertad”, “defensa”, etc. para dorar la píldora.
En 1949, se formó la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), una alianza militar formada por Estados Unidos, Canadá y varias naciones europeas para contener a la URSS y a la expansión comunista, aunque hoy, tras desintegrarse la URSS, esta organización se considera una especie de acuerdo de seguridad colectiva para proteger a sus miembros de agresiones externas y promover la mediación pacífica de conflictos dentro de la alianza. La URSS respondió formando el Pacto de Varsovia (1955), un acuerdo de cooperación militar formado con los países comunistas del este de Europa. Se disolvió en 1991 tras la caída del comunismo.
Posteriormente, los ex-miembros de este pacto y las ex-repúblicas soviéticas de Estonia, Letonia y Lituania fueron admitidos en la OTAN, lo que expertos en política exterior consideraron un grave error, ya que perturbaría la estabilidad europea al poner a Rusia en desventaja. Durante años, Rusia se contuvo, ya que no tenía frontera con esos países, salvo Estonia y Letonia, pero estos dos son países pequeños. El asunto comenzó a calentarse en el 2008, cuando la OTAN declaró que aceptaba las aspiraciones de Ucrania y la República de Georgia (que colindan con Rusia) de convertirse en miembros, a lo que el gobierno Ruso manifestó su rechazo, al verlo como una amenaza directa a su país.
La opinión occidental supone que el Kremlin debe comprender y aceptar que las actividades de la alianza -entre ellas, los juegos de guerra organizados en los estados bálticos cercanos- y los cohetes estacionados en Polonia y Rumania -que Estados Unidos dice que están dirigidos a Irán- no representan una amenaza para la seguridad rusa, pero es difícil que el gobierno de este país se trague eso. ¿Cómo reaccionó el gobierno norteamericano en 1962 cuando la URSS inició los trabajos para instalar misiles en Cuba para, según decían, disuadir a los Estados Unidos de invadir la isla? (Previamente, la URSS había quedado al alcance de los misiles instalados en la vecina Turquía en 1957 por Estados Unidos). Aquello amenazaba con convertirse en una escalada que llevaría a una guerra nuclear. Por fortuna, ambos gobiernos sufrieron un ataque de sentido común y negociaron, terminando con el peligro. Pero en esta ocasión, hasta el momento, no ha ocurrido así.
En 2014, en el este de Ucrania (sumamente pro-ruso) y tras fuertes conflictos internos en el país, debido a que su gobierno había considerado seriamente un acercamiento a la Unión Europea y luego, por presión de Rusia, que no quiso que Ucrania le diera la espalda, se retractó, y además con la presencia de tropas rusas que habían traspasado la frontera, el Parlamento de Crimea, por medio de un referéndum, decidió en favor de separarse de Ucrania y su conversión en república bajo soberanía de Rusia, que pasaba a tener control del estratégico puerto de Sebastopol.
Pero la gota que derramó el vaso fue que el gobierno de Joe Biden creó las condiciones para la actual situación al buscar la incorporación de Ucrania a la OTAN y a la Unión Europea, sin entender la lógica prevaleciente del pensamiento estratégico de la guerra fría: que a Rusia y China no les conviene la OTAN en sus fronteras. La ubicación geográfica de Ucrania la haría muy peligrosa para Rusia, que quedaría en desventaja política, militar y económica, por lo que el gobierno de Putin, ni tardo ni perezoso, pasó a vías de hecho, que es exactamente lo mismo que ha hecho Estados Unidos en otras partes del mundo, bajo el eufemismo de “guerra preventiva”, para que no se oiga feo.
Además, Putin ya amenazó con que si Finlandia (colindante con Rusia) y Suecia -hoy neutrales- se unen a la OTAN, habrá consecuencias. Y aún puede empeorar si China, ante la débil respuesta de Estados Unidos y sus aliados (ni siquiera han dejado de comprarle gas a Rusia), decide invadir Taiwan. Por lo pronto, Ucrania está resultando un hueso duro de roer para los invasores.
Esto es, a grosso modo, el escenario completo de lo que está sucediendo hoy en Europa. Se trate o no de un legítimo sentido de desventaja por parte de Rusia, no es la versión simplista que muchos creen: que Putin enloqueció y de repente le dio por invadir Ucrania. Todo esto es en realidad parte del complicado tejemaneje del equilibrio de poder entre las grandes potencias, quienes, desafortunadamente, a veces se llevan entre las patas a otras naciones.
Carlos Martín Quintero Orcí
Puntos curriculares:
*Arquitecto con experiencia en todo tipo de proyectos.
*Colaborador de INCIDE desde el 2001.
*Historiador aficionado de la ciudad de Hermosillo.
*Escritor en diferentes medios acerca de diferentes temas.
*Fotógrafo del paisaje y de la construcción.
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