He visto 14 millones de futuros alternos posibles… - INCIDE
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26 Ago He visto 14 millones de futuros alternos posibles…

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Y solo en uno no hay desastres

Cambiaré un poco la forma de atraer la atención haciendo guiños a películas que muchos conocen y si no, seguramente querrás ver algunas para correlacionar la relevancia del actuar social respecto del riesgo de desastres  y no, no iré al extremo de imaginar escenarios apocalípticos (como la Umbrella Corporation) u otros donde el origen del único alimento accesible tenga un origen excesivamente siniestro (Green Soylent), ni de un mundo habitado por un puñado de sobrevivientes que deben adaptarse al mar (Waterworld) o de iniciar viajes a las estrellas (Interestellar) para encontrar a la raza humana un nuevo lugar en el Cosmos; en los escenarios de la ciencia ficción estas posibilidades están dentro de los 14 millones de escenarios probables. Lo anterior sin olvidar que el propósito es entender el riesgo, su transferencia y, especialmente por qué lo retenemos; logrado ese objetivo definir la forma como actuaremos debiese ser consecuencia lógica.

En nuestro presente, económicamente una premisa para cualquier inversionista es colocar su dinero y su esfuerzo donde se maximicen los resultados y también, donde el riesgo sea el menor posible para que su capital no se pierda, sino que crezca. En sí misma esta aseveración es ya de por sí una contradicción, pues a muy largo plazo -y la historia de centurias en la historia humana lo prueban- mientras más impactamos nuestro entorno, mayor será nuestra exposición a riesgos y propiciamos la actualización de eventos catastróficos; es entropía pura. No es descabellado que dentro de su planeación estratégica los inversores consideren que de vez en vez deberán contestar alguna Civil Action puesto que son valores y riesgos calculados en los mega consorcios, sin que este peligro merme en muchos empresarios el deseo de obtener excelentes resultados y fijar trayecto en la más corta y no en la menos exposición.

Desde el otro lado del arcoíris, desde el estudio global y formal del riesgo (social), una premisa estructural esgrimida por la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) u otras Instituciones como el Banco Mundial, es que los “desastres no son naturales”; por ello primero debemos contextualizar a que nos referimos por desastre y compaginarlo con el riesgo propiciado por la actividad económica propia de los humanos. Múltiples voces se suman y claman para atenuar los efectos Antropogénicos con el que los hombres vamos impactando entorno y recursos; así Antropólogos sociales, Geólogos, Ingenieros Civiles y Ambientales, Geógrafos, Urbanistas, Sociólogos y hasta Políticos se han tornado en augures, anunciando que se han puesto en marcha mecanismos que alterarán inevitablemente nuestro mundo y no faltan voces que nos quieren apercibir de efectos que ya son visibles y medibles, para contrastar entre el fuego (ICE on FIRE) que nos sugiere que hay efectos aunque sean distantes (The Impossible) tienen una relación causal.

Como si fuese una ceguera parcial ante el riesgo, muchos permiten que éste se concentre en lugares donde los peligros se acrecientan, construyendo a la margen de las zonas que nosotros mismos clasificamos como de peligro latente, como edificar en la primera línea frente al mar, reteniendo vías de agua con represos insuficientes o mal diseñados o edificando en zonas altamente susceptibles al sismo. Tu imagina cualquier tipo de evento que al ocurrir tenga el potencial de afectar a muchos al momento de ocurrir (Dante’s Peak) y que son ignorados, pero cuyas consecuencias ni siquiera las películas nos muestran de manera realista pues nos sustituyen la lava con el peligro del derretimiento inmediato de los glaciares de los volcanes, escenarios reales como el sucedido en el Monte Santa Elena en USA, cuyos lahares corrieron a velocidades de hasta 150 kms /h y se arrastraron casi hasta 50 kilómetros, o también de otra erupción cuyos efectos fueron devastadores hasta los 60 kilómetros, como el glaciar que una vez convertido en lodo acabó con la ciudad de Armero en Colombia, sufriéndose la pérdida de más de  20 mil vidas, evento que ocurrió a pocos meses de nosotros mismos en México sufriéramos nuestro propio y trágico sismo de septiembre de 1985; por si necesitas otro tipo de ejemplos recientes, tendrías los maremotos de Japón e Indonesia (Hours) y luego trata de explicarte a ti mismo porqué ignoramos las advertencias y olvidamos o negamos la historia, tal vez concluyamos que el hombre se pone ante el peligro por necesidad, por ignorancia o por ambición, pero hasta en evento de hundimiento (Titanic) cabe como ejemplo perfecto.

Como personas encontramos alicientes en el comportamiento gregario (The Circle), de la unión y la interacción social porque como cualquier otra especie animal que necesita de una comunidad para sobrevivir, los humanos nos organizamos en una triada difícil de romper: La conjunción de capital, bienes y personas. Algunos, los que tengan mayor aversión al riesgo tendrán la precaución para elegir sitios con menor exposición al riesgo para instalar sus inversiones (y los hombres para vivir en su alrededor), mientras otros irán directo al corazón del peligro (San Andreas), pues aunque todo el mundo espera que llegue el día del “Gran sismo” que sin ocurrir fue bautizado hace como mucho y en inglés le llaman The Big One. Es más, como la cereza del pastel en favor del argumento, es tal la regularidad de los fenómenos meteorológicos, que cada año le asignamos nombre a las Huracanes por ocurrir; aunque las películas lleguen a mostrarnos posibilidades extremas de cambios climáticos (The Day After Tomorrow) sabemos y pronosticamos con cierta precisión la regularidad de cuantos eventos sufrirá nuestro país por cada una de sus costas en el corto plazo, así como sabemos que eventualmente ocurrirán (The Colony), pues nuestra última glaciación duró 100 mil años y hace unos 10 mil cedió, para favorecer el desarrollo del hombre moderno y geológicamente cubrió de hielos en América del norte hasta el estado de Wisconsin, de donde toma el nombre.

Entonces, debemos aceptar como cierto que nos ponemos voluntariamente ante el peligro y, entonces, resulta cierta la expresión de que los Desastres no son naturales: Son peligros construidos por nosotros mismos.

Ahora tomemos como ejemplo la ocurrencia de un temblor devastador por ejemplo en Los Angeles, o Ciudad de México. No podemos presumir que los efectos quedarían limitados a esas solas megalópolis, pues si se establece la industria y el comercio en esos sitios, es por su ubicación estratégica precisamente para suministrar bienes y servicios; por ello, los efectos se tornan multiplicadores no solo por los daños y pérdidas directas, sino mayoritariamente por las consecuencias financieras de la parálisis subsecuente (Closed for Storm); tenemos ejemplos vigentes de esto que  aunque provenientes de una guerra, las acciones y restricciones al comercio, como es el envío de gas desde un país (o del suministro de granos del otro) hay llevado al incremento inmediato de precios en los países consumidores. Efectos similares causaron incidentes donde un virus o un buque encallado en un canal, demostraron la profunda interrelación no de nuestra economía, sino del impacto e intrincado nudo social en el que vivimos.

Con la actual tendencia de que los fenómenos meteorológicos sean más potentes, un mega huracán igual o mayor a Katrina o Willma, por citar solo dos golpease hoy mismo, las consecuencias seguramente serán aún mayores y más duraderas en el tiempo.

Dejemos ya las películas para centrarnos en que hacer. Hoy hemos diseñado mecanismos de atenuación a los riesgos sociales, tanto porque es indispensable vivir y sostener una matriz económica que permita que el sistema social se mantenga una cierta continuidad y donde el hilo económico no se rompa o paralice.; estos mecanismos son tanto consistentes en mejoras en las legislaciones para obligar que se edifique con estándares más altos como para elevar los requerimientos y los procedimientos de ingeniería, pero también los financieros.

El mundo, en su continua adaptación ha favorecido ya en un par de centurias que los inversionistas también cambien sus expectativas de como colocar el dinero, en formas que los capitales trabajen para ellos mismos en formas diferentes y, por supuesto, también para el común. Respecto de los desastres, hemos perfeccionado mecanismos de tipo financiero que concentrando grandes flujos sea empleado para responder por las pérdidas de una gran cantidad de personas expuestas a peligros similares, haciendo que se subsidien entre sí por los que quedan indemnes, respecto de los han sufrido daños. Mientras más grande esa mutualidad y más global sea, más efectiva se torna en el rescate económico de los que están expuestos al mismo tipo de peligro, sin importar que tan distantes se encuentren entre sí en el mundo. Le llamamos Seguro a este mecanismo y no hay perjuicio en que quienes invierten en reunir capitales iniciales y organicen la estructura de servicios inherente, logren utilidades en la administración de este sistema retributivo de las pérdidas, claro, a reserva de que se haga mediante reglas claras y de aplicación confiable para las dos partes.

Pero estas soluciones son de corto a mediano plazo, donde llegará un punto en el cual a esos inversores ya no les resulte redituable tener pequeños o ningún margen de utilidad por los fondos que los Asegurados les han confiado. Ignoro cuáles serán los límites donde este mecanismo irá reduciendo su eficacia para la colectividad y para sus administradores, pero hoy por hoy, al menos garantizan que la recuperación de los activos y parte de sus perjuicios sea un hecho y, con ello, la reinversión de las inversiones dañadas y la continuidad del sistema, mientras dure…

Carlos Zamudio Sosa

Claims Manager

México Claims and Risk Management SC

Desde 2005 brinda servicios de consultoría “Risk Management” externo con atención a Asegurados en preparación para Inspección de Riesgo, análisis de contratos y control de sus licitaciones; asesor para acreditación de daño físico y consecuencial por siniestro por acompañamiento, asesoría y defensa técnica y jurídica por reclamos asegurados o afianzados.

Ha acreditado diversos cursos en diversas materias afines al Riesgo y la valuación del Daño Material, incluyendo terminar estudios de nivel
Maestría de Daños y Ajustes. Ha co-impartido 6 Diplomados en temas selectos de Gestión del Riesgo y Seguridad Industrial y acreditado ante la STPS.

Expositor invitado en Seminarios y Talleres y otros programas de desarrollo personal en seguros y colaborador para medios impresos y electrónicos especializados en Seguros y Fianzas.