23 Jul Armonía en familia, como llegar a acuerdos.
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Dr. Raúl Martínez Mir
El siglo XXI ha traído muchos cambios a nuestras vidas, desde la incorporación de la mujer al mundo laboral, la tecnología, pero sin duda un cambio fundamental que todos hemos notado es la defensa de los derechos humanos. En ese rubro actualmente a los niños se les enseñan sus derechos en la escuela desde los primeros años, y claramente todos hemos visto un impacto en muchas de las cuestiones educativas actuales que han cambiado en las últimas décadas.
Aquella premisa de “haz caso a los mayores, porque son mayores” o aquella otra de “porqué lo digo yo que soy tu padre” no parecen ser muy efectivas hoy en día como lo eran antaño, para la desesperación de muchos progenitores. Actualmente la conciencia del individuo y sus derechos es mayor, sin embargo a veces se descuidan las obligaciones, no por desinterés, sino simplemente porque no existe una clara relación entre ambas, o no están claramente delimitadas.
Muchas familias se quejan de desaguisados dentro de la misma, injusticias frente a unos y otros, y favoritismos que acaban convirtiéndose en discusiones y altercados que arrastran, e incluso posicionan, a los integrantes, unos contra otros.
La realidad es que las personas hoy en día no funcionamos como antes, y que el terror educativo no equivale al respeto, las mujeres y niños, fundamentalmente, han cambiado el rol que tenían anteriormente contra el marido/padre, algo que es muy favorable para la convivencia y la armonía familiar, sin embargo hay momentos en que el hombre olvida estos aspectos y desea que “las cosas se hagan como las hacía mi padre” lo que a veces acaba en conflicto.
El elemento más relevante en cualquier interacción humana es la comunicación, este aspecto es fundamental e imprescindible, y en familia mucho más. Comunicarse implica hablar, escuchar, comprender, dialogar, exponer, y sobre todo argumentar, y aunque parezca algo obvio, no porque dijimos algo esto se debe cumplir, en muchas ocasiones tendremos que llegar a acuerdos al respecto.
Algo importante sobre los acuerdos es que se hacen a priori, no a posteriori. Es decir, llego al acuerdo y luego se ejecuta el mismo, no hago las cosas y luego establezco reglas, este segundo formato, que suele ser el más utilizado, es injusto para una de las partes. Por ejemplo, si yo le digo a mi hijo, si haces la tarea puedes ir a jugar al parque, y él no la hace, ya sabe que la consecuencia es que no saldrá al parque a jugar, por el contrario, si llego a casa y el no hizo la tarea, no le puedo decir, ahora no vas a ir a jugar al parque, básicamente porque no le estoy dando capacidad para decidir sobre su comportamiento, si sabemos las consecuencias positivas y negativas de nuestras acciones podemos tomar la decisión de nuestro comportamiento.
También hemos de considerar que cosas vamos o no vamos a poner a consideración de llegar a algún acuerdo. Hay cosas que realmente nos son irrelevantes y que no necesariamente vamos establecer acuerdos, por ejemplo la ropa que utilizamos a diario, normalmente la elegimos sin llegar a ningún acuerdo. Otros aspectos de la vida en familia no se prestan a acuerdos, pues pueden estar mediados por variables externas, por ejemplo la hora de la comida suele ser cuando la mayoría de los integrantes familiares llegan a casa, en muchas ocasiones estas tiene que ver con los horarios escolares y de trabajo.
¿Sobre que aspectos es conveniente establecer acuerdos? Sobre aquellos que normalmente no estamos dispuestos a ceder. Por ejemplo, los padres quieren pasar la Navidad en familia, y los hijos quieren ir con sus amigos, y ninguna de las dos partes esta dispuesta a ceder. Este es un punto de negociación en que se puede llegar a un acuerdo. Después de exponer sus ideas, y de escuchar la de los otros, lo conveniente es buscar la negociación, se ofrecen distintas opciones a cambio de que se realice la deseada, y se van observando las opciones de cada uno, hasta que finalmente se llega a un acuerdo. Es conveniente poner este por escrito, e incluir cláusulas de que consecuencias tendría si una de la partes no cumpliese con el acuerdo, para que la contraparte no se sienta que se aprovechan de ellos. Como recomendación, siempre deje todo por escrito y firmado, con copia para cada uno, no hace falta notario (es broma). Aunque no lo crean, muchas veces las buenas intenciones no son suficientes, y para evitar aquel “donde dije digo, digo Diego” es conveniente que quede un registro en papel, porque luego muchos son los que se echan atrás una vez obtuvieron sus objetivos.
Finalmente, la parte más importante sigue siendo la comunicación. Escuchen a los demás, y sin al final no encuentran un punto de solución, busquen un mediador, puede ser alguien más de la familia, ajenos al conflicto, o incluso un profesional.
Dr. Raúl Martínez Mir
Consultor y docente en Psicología y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sonora
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