22 Jun Desconectando en vacaciones
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Dr. Raúl Martínez Mir
Normalmente aprovechamos los huecos que nos proporciona el calendario laboral, para darnos unas “escapaditas para desconectar” y así descansar de nuestra rutina diaria. O eso es lo que normalmente decimos.
Como siempre, hemos de comprender que la idiosincrasia particular del individuo hace una gran diferencia, y si bien es cierto que en la mayoría de las ocasiones los días festivos nos ayudan a reponer fuerzas, y recuperarnos del cansancio y el estrés cotidiano, lo que normalmente se traduce como dormir más, encontramos personas que lejos de relajarse se estresan más.
Revisando el efecto psicológico en el individuo, podemos argumentar que la ruptura diaria de la rutina, proporciona a la persona la posibilidad de establecer actividades que le permitan disfrutar de su ocio, familia, etc. lo que proporciona una gratificación que va a redundar en su estado de ánimo, sintiéndose mejor, y en su descanso, liberando a través de estas actividades la mayor parte del estrés acumulado. Comenzando por la posibilidad de dormir más horas, lo que permite que el cuerpo descanse más, encontramos en las vacaciones la posibilidad de dedicarnos a aquellas cosas que nos son gratas, lo que incrementa el nivel de neurotransmisores en nuestro cerebro mejorando también nuestro estado de ánimo, y en ocasiones mejora nuestras relaciones sociales y familiares, cuando estas actividades son compartidas con otros.
Sin embargo, estas actividades planteadas para relajarse, pueden también convertirse en una fuente potencial de estrés, sobre todo cuando las personas se marcan horarios, objetivos, o metas muy estrictas a cumplir. Así, un gran ejemplo es el de los viajes vacacionales. Se “tiene” que salir a una hora, para no encontrar atascos en la carretera, se “tiene” que llevar el equipaje apropiado para todas las ocasiones que “se pudieran presentar” algo imposible si tenemos en cuenta que no podemos leer el futuro. Se “tienen” que hacer tantas cosas, que lejos de ser una posibilidad de escapar del estrés, estas vacaciones se convierten en un estresor más. Y sobre todo, en muchas ocasiones todas estas falsas obligaciones autoimpuestas por creencias totalmente irracionales, porque finalmente el tráfico es el de siempre, y siempre ocurre algo para lo que no estabas preparado, acaban provocando un clima de tensión en la familia, en nuestros acompañantes, y en la persona misma, ya que tarde o temprano, las cosas terminarán saliéndose del programa vacacional que se había prefijado, y finalmente, se sentirá que las cosas “están mal, por que deberían ser de tal forma” por lo que difícilmente disfrutará de sus vacaciones.
Quizás sería interesante contemplar algunas opciones para que las vacaciones sean una oportunidad para pasarlo bien, y no una oportunidad más para acabar discutiendo. En primer lugar, no se preocupe por su hora de salida, salvo que tenga que abordar un transporte con un horario estricto, y con un boleto reservado, como son el avión, el tren o el autobús, en estos casos, si usted se presiona con el tiempo, prográmese para estar en la terminal tres horas antes, una más de las que solicitan las compañías aéreas como precaución. Así si se pasa más de una hora, realmente no habrá grandes consecuencias y ese margen le permitirá estar más relajado. Si por el contrario, usted viaja en su vehículo, le puedo prometer una cosa, salga a la hora que salga, habrá tráfico, hará calor, y el lugar donde usted va seguirá estando donde está.
En cuanto el equipaje, la experiencia tras varios viajes me ha demostrado que da igual lo que ponga en mi maleta, finalmente hay dos reglas básicas: primera; ponga lo que ponga, finalmente me la paso utilizando un par de pantalones y algunas camisas, todo lo demás que incluí “por si acaso” se quedo dentro de la maleta, y en muchas ocasiones termina arrugado, así que a la vuelta hay que plancharlo. Y segunda, si finalmente sale de improviso alguna “ocasión especial” termino comprando una camisa, pantalón o alguna prenda para tal ocasión, y sigo dejando el resto en la maleta. Creo que la conclusión es sencilla, empaque lo que seguro va a utilizar, y olvide el “por si acaso”.
Aproveche las vacaciones para lo que son, para disfrutar, para descansar para dejarse llevar. Creo que la mayoría de los lectores estarán de acuerdo si digo que en muchas ocasiones las mejores vacaciones, y las mejores fiestas suelen ser aquellas que se planean en el último momento. Estamos de vacaciones, y sólo hay una regla, disfrutar.
Dr. Raúl Martínez Mir
Consultor y docente en Psicología y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sonora
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