ESTRÉS DE NEGOCIO POR SINIESTRO Y RESILIENCIA EMPRESARIAL - INCIDE
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25 Sep ESTRÉS DE NEGOCIO POR SINIESTRO Y RESILIENCIA EMPRESARIAL

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De la necesidad de hacer y la imposibilidad de hacer

 

 

En similitud de un organismo vivo hay multitud de tinta que ha corrido para equiparar a las empresas con sus correspondientes vivos, de suerte que se puede comparar como tal su nacimiento, su desarrollo, sus vicisitudes por sus conflictos internos y externos e incluso, su muerte.

 

De hecho, no es posible no hacer tal paralelismo entre una empresa en marcha y una persona, por ejemplo. El negocio desde su concepción sufrirá la inclemencia del ambiente en el que se habrá de desarrollar y proyectos enteros no llegan a nacer porque ni siquiera hay condiciones para desarrollarles al punto de iniciar operaciones. En este caso y en lo sucesivo imaginaremos que la empresa se estresa y sufre, así como que es susceptible de sufrir daños y pérdidas que incluso sin ser graves, de acontecer en el momento menos propicio, podría dar lugar al termino del negocio como tal, es decir, de que muera anticipadamente.

 

De facto es posible generar una multitud de paralelismos que resultan sorprendentes por trasponerse como si hablásemos de un organismo que come y respira. Así como elija un ente cualquiera, usted ponga el ejemplo, pero ciertamente esa entidad fisiológica tendrá un ciclo vital del que requiere extraer energía, nutrientes que le aporten continuidad para poder subsistir, tal y como una organización comercial o productora necesita flujos de liquidez y órganos funcionales (maquinarías e infraestructuras).

 

El ciclo si bien pudiera ser aeróbico como en el caso de nosotros los humanos, si buscamos cual sería ese elemento que sin él cualquier empresa privada no podría subsistir sino un tiempo muy finito, es definitivamente liquidez. Esa liquidez tanto podría obtenerse tanto por su respiración natural (la venta de sus servicios o productos) como por fuentes externas como flujos por préstamos o solvencias aportadas por inversores (como cuando obtenemos oxígeno por una bombona), lo cierto es que cualquier sociedad comercial no podría tener continuidad si tan solo se frena su flujo económico.

 

Los factores que estresan a una empresa en marcha claro que pueden ser múltiples formas, como presiones impositivas, comercio internacional no equivalente, acosos de cumplimiento legal, depredación de mercado por sociedades con mayor capacidad para acceder al mercado ocupado por la de nuestro ejemplo. Así que los negocios sufren tantas presiones externas que al igual que cualquier organismo, prácticamente cualquier evento puede romper el equilibrio que le de continuidad a su ciclo natural.

 

En estas épocas de pandemia creo que no ha habido una persona que no haya procurado medidas preventivas para disminuir los posibles efectos negativos de llegar a enfermarse. Habrá quienes hayan aceptado el mecanismo de la vacuna, que podría ser equivalente en las empresas a haber suscrito un seguro: Te enfermarás si se te actualiza la enfermedad, pero el propósito es que no te sea letal, la vacuna y un seguro pretenden que al protegerte no llegues a caer en el infortunio total.

 

Y me interesa darle mayor continuidad al concepto porque incluso con la vacuna es regular interesarse por la fortuna de haber podido acceder a algún laboratorio cuyos resultados clínicos y en sus aplicaciones de campo represente mayor protección ante la enfermedad, tanto como en una empresa se pretende el soporte de una aseguradora de mejor respaldo financiero o al menos, de marca. Pero aquí no daremos espacio a interpretaciones subjetivas de cual asegurador es mejor o comerciales que imponen en el consumidor la percepción de que una es mejor que la otra; lo que interesa es que asimilemos que el concepto es aplicable, que asegurarse es un reductor de estrés empresarial.

 

Sin embargo, el hecho mismo de Asegurarse no es ni trébol de 4 hojas, ni amuleto de la buena suerte ni garantía de recuperación. Las empresas deberán primero sobrepasar el estrés de cobrar efectivamente su seguro, de que la promesa contractual se materialice en recuperación, tanto como la vacuna promete que al enfermar tu efecto será cuantitativamente, menor en sus efectos.

 

No hay que denostar al Seguro, es absolutamente necesario que el empresario lo tenga en su ecuación de resiliencia y continuidad de negocio; es un respaldo que servirá para paliar cualesquier supuesto negativo previsto y debidamente contratado y aún así no puede dejarse de invertir para probar la pérdida y sus consecuencias para que el daño y el perjuicio sean los menos gravosos posibles. Una persona enferma no dejará de atenderse y medicarse simplemente porque ya se vacunó y aún así perdió la salud por aquella enfermedad de la que intentó protegerse.

 

Entonces porque el empresario promedio demerita el alcance de sus seguros, no los suscribe ni, de ocurrir el siniestro, actúa para reducir sus pérdidas. Los espacios vacíos en los mercados se llenan con un solo día de ausencia. El cliente final es celoso y demanda de su proveedor (empresa) que no interrumpa con sus obligaciones contraídas y el paralelismo sería como si los familiares de un enfermo le siguiesen demandando que cumpla con lo que ordinariamente contribuía al consorcio familiar, tal como cocinar, lavar la ropa, proveer liquidez, etc.

 

El empresario que pretendiese que el Asegurador se haga cargo no solo de su recuperación financiera como una condición ineludible, sería igual al enfermo que sabiéndose enfermo no actúe visitando un médico especialista y más aún, no consuma los medicamentos prescritos. Aquí el empresario-asegurado, este ente que ante el siniestro tiene tal dualidad queda sujeto a un estrés superior al que normalmente enfrenta, pero todo puede hacer menos quedarse inmóvil esperando que la Aseguradora le reconozca perjuicios por su parálisis e inactividad, aún en condición de siniestro grave.

 

El Asegurado, la empresa (y en especial los empresarios propietarios) no pueden soslayar que para no sufrir consecuencias mayores y por lo tanto un estrés superior en el futuro inmediato, el Asegurador vendrá a él con la chequera en la mano para hacer suya toda consecuencia sin exigir como garante, que su ahora reclamante no actúe pues deberá realizar acciones concretas que disminuyan el estrés de la pérdida, actuando como si no hubiese seguro de tal forma que active toda medida posible para reducir las pérdidas aseguradas y garantizar las recuperaciones contra el posible responsable, de existir uno.

 

El empresario en su enorme estrés post siniestro podría asumir que tiene el derecho de paralizarse, pero en condiciones concretas su falta de respaldo para atender la continuidad de su negocio es tomadas en cuenta por el Asegurador y no indemnizará la falta de esfuerzo si ella produce pérdidas adicionales. En un siniestro lo que se asegura es la consecuencia directamente contemplada en el seguro, ya sean por daños materiales o sus consecuencias financieras, más no las que produzca la parálisis de quien voluntariamente no actúa, incluso porque el estrés adicional le impide tomar acciones concretas.

 

Dejar de actuar sería entonces un equivalente a no medicarse en un enfermo. Ello no abona a la resiliencia, a la sobrevivencia de la empresa, pues detrás de los esfuerzos de recuperación, las pérdidas del mercado solo serán del afectado. El problema es que no hay forma de aprender anticipadamente el cómo actuar en el peor momento de estrés empresarial: El siniestro.

Carlos Zamudio Sosa

Claims Manager

México Claims and Risk Management SC

Desde 2005 brinda servicios de consultoría “Risk Management” externo con atención a Asegurados en preparación para Inspección de Riesgo, análisis de contratos y control de sus licitaciones; asesor para acreditación de daño físico y consecuencial por siniestro por acompañamiento, asesoría y defensa técnica y jurídica por reclamos asegurados o afianzados.

Ha acreditado diversos cursos en diversas materias afines al Riesgo y la valuación del Daño Material, incluyendo terminar estudios de nivel
Maestría de Daños y Ajustes. Ha co-impartido 6 Diplomados en temas selectos de Gestión del Riesgo y Seguridad Industrial y acreditado ante la STPS.

Expositor invitado en Seminarios y Talleres y otros programas de desarrollo personal en seguros y colaborador para medios impresos y electrónicos especializados en Seguros y Fianzas.

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            171 03 55 Cel

Linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-zamudio-sosa-6a67a922/

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