21 Ago Timidez y baja autoestima en adolescentes.
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Dr. Raúl Martínez Mir
La adolescencia es siempre una edad problemática. Pareciese que el mundo se gira contra el adolescente. A los cambios corporales producidos por las hormonas, a los cuales tienen que acostumbrarse, se producen otro grupo de cambios que van a influir en la vida del adolescente. La conciencia social, que comienza a aparecer en torno a los 10 – 12 años, lo hace experimentar el hecho de que sus acciones van a ser evaluadas por sus iguales, lo que lo lleva a percibir vergüenza en más ocasiones, y consecuentemente, a inhibir su conducta, por miedo a la vergüenza que implicaría equivocarse.
En algunos casos, los éxitos y los fracasos sociales, suponen repetir o reprimir una conducta. La represión y la inhibición conductual, llevan al adolescente a reducir el número de reforzadores sociales que posee, y consecuentemente a ir aprendiendo un patrón de conducta más inhibido, o tímido. A esto le tenemos que añadir el ejemplo paterno, ya que la mayoría de los muchachos aprenden muchas de sus conductas de sus progenitores. Si su progenitor del mismo sexo, es tímido, es muy probable que el adolescente tenga un comportamiento muy similar al de su progenitor.
Remarcar también que en muchas ocasiones los progenitores ven correcto el comportamiento tímido de sus hijos, ya que esto los lleva a estar más tiempo en casa, lo que hace que los padres se sientan más tranquilos. Antes de proseguir con mi argumentación, quiero aclarar, que esto en sí mismo, no está ni bien ni mal, simplemente es lo que probablemente desarrollará consecuencias posteriores en la autoestima del adolescente. No es que un adolescente que salga más tenga una mejor autoestima, sino más bien lo que ocurre es que tendrá mayor contacto social lo que posibilitará probablemente una mejor autoevaluación personal.
La Autoestima.
El concepto refiere a la evaluación que hacemos de nosotros mismos, y de nuestra actuación en diferentes áreas. Podríamos decir que tenemos una expectativa de cómo “deberíamos actuar”, y vemos la realidad de cómo actuamos. Cuanto más se parecen la expectativa y la realidad, mejor autoconcepto tenemos, y por tanto mejor autoestima.
En el caso del adolescente ocurre que en muchas ocasiones, su autovaloración es sesgada. Me he encontrado en consulta con muchachos que sólo valoran un área de su autoevaluación, normalmente el área social, sobre todo los más tímidos. Muchos argumentan que les gustaría ser como el fulanito que es el más popular, y al no encontrar semajanzas con él su autoestima se viene abajo. Les gustaría ser más sociable, que los inviten a fiesta, pero como son tímidos, como no saben que decir, sienten que son peores, lo que es obvio que afecta a su autoestima.
Está claro que el aspecto social es muy importante en esta etapa de la vida, más sin embargo, hemos de hacer ver al adolescente, que esta obviando en su autoevaluación otras muchas áreas que son muy importantes, y en las que probablemente ellos superan con creces al fulanito. Son mejores estudiantes, hijos, hermanos, cocineros, informáticos, amigos, etc.
Finalmente, las habilidades sociales se pueden aprender, es cuestión de práctica, como todo, y con el tiempo ellos pueden ser exitosos como esa persona a la que admiran. En ocasiones cometerán errores, pero hay que aprovechar estos para aprender, y mejorar. Un error no demuestra que soy un inútil, tan sólo constata un área de mi persona que tengo que trabajar y en la que puedo mejorar. Todos nos hemos equivocado alguna vez, también el fulanito, tan sólo tenemos que entender que forma parte del aprendizaje, y como dice el dicho, “errar es humano, pero corregir es de sabios”.
Dr. Raúl Martínez Mir
Consultor y docente en Psicología y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sonora
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