Balcanización de México - INCIDE
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19 May Balcanización de México

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México se encuentra en disolución. Situación que promueven y atestiguan las instituciones y los propios ciudadanos. La balcanización de México está en curso.

En la geopolítica se utiliza un término para describir que un país se desintegró o está en riesgo de hacerlo: “balcanizar”. El concepto propio de las ciencias políticas y las relaciones internacionales toma su nombre de la región balcánica, ubicada al sur de Europa, justo a un costado de Italia y al norte de Grecia.

El concepto tiene su historia. A finales del siglo XV el Gran Imperio otomano logró conquistar el territorio manteniéndolo durante siglos bajo su control. Durante ese tiempo reinó la paz y la tranquilidad. Los Balcanes se mantuvieron ajenos a las turbulencias europeas; sin embargo, esta situación llegaría a su término a finales del siglo XVIII, cuando las potencias vecinas (el Imperio austrohúngaro y Rusia), deseosas de anexar las tierras otomanas a su territorio y de paso debilitar a una poderosa potencia, empezaron a persuadir a distintas regiones para que buscarán su independencia. La primera rebelión, dentro del Imperio otomano, ocurrió en Bosnia-Herzegovina en 1875 y al año siguiente ocurrió el levantamiento búlgaro. Después se les unieron Serbia y Montenegro, mientras Rusia y el Imperio austrohúngaro ya calculaban la manera de repartirse los territorios cuando estos lograran su independencia.

Poco a poco el Imperio otomano logró controlar la zona, percatándose de la intromisión de Rusia, causando casi un conflicto frontal entre ambas potencias. Para evitarlo se llevó a cabo una reunión de emergencia con la presencia de Francia, Alemania, Austria-Hungría e Italia, y dejándole un papel secundario al Imperio otomano ya en declive. Las potencias europeas debatieron el trazo de las nuevas fronteras otomanas. Aunque se trató de mantener la paz, las partes no llegaron a un acuerdo. Finalmente se desató el enfrentamiento entre Rusia y el Imperio otomano, y tras una torpe ejecución, los rusos se alzaron con el triunfo.

Como consecuencia, los otomanos se vieron obligados a firmar el Tratado de Berlín, en el que se reconoció la independencia de Montenegro, Rumania, y parcialmente de Bulgaria. Varias regiones se anexaron a Rusia, y Bosnia y Herzegovina fueron ocupadas por las fuerzas austrohúngaras. Sin embargo, hubo un resultado inesperado, las nuevas naciones, buscaban también expandirse, y comenzaron a enfrentarse entre sí, dando lugar a la independencia de países cada vez más pequeños, inestabilidad y, en general, la debilidad de una zona altamente estratégica.

Esta situación no resultaba conveniente, por lo que tanto Rusia como Austria-Hungría buscaron ponerle un freno. Y aunque más adelante se hizo un intento de reintegrar la zona con la aparición de Yugoslavia, la semilla de la discordia ya estaba sembrada, por lo que fue cuestión de tiempo para que esta República también se balcanizara en pequeños países.

Desde entonces, se adoptó el concepto de “balcanización” para referirse a la desintegración de una nación “fuerte”, o medianamente poderosa, en muchas otras más pequeñas. Siendo reducidos en tamaño, su economía, su capacidad de comercio, y su fuerza militar se ve drásticamente limitada. Con esto la balcanización sirve para abolir y neutralizar a posibles rivales, sean estas potencias en declive o potencias emergentes, o simplemente para aprovecharse de aquellas naciones que confrontadas en su interior se vuelven presa fácil de potencias dominantes en ese momento histórico.

EN PERSPECTIVA, en estos días en donde las referencias históricas decimonónicas inundan la retórica de nuestros políticos, valdría la pena que revisaran el alto precio que nuestro país ha pagado cuando las fuerzas extranjeras nos encuentran divididos y confrontados internamente. Ejemplos sobran, desde la caída del primer Imperio mexicano; la separación de Centroamérica y su posterior balcanización; la caída del segundo Imperio mexicano a manos de facciones patrocinadas por Francia y Estados Unidos; entre otros ejemplos.

La balcanización de México está servida. La polarización sembrada desde lo más alto del poder político; el control regional de diversos cárteles del crimen organizado; y la notable incapacidad institucional y compromiso ciudadano nos tiene en un proceso de disolución social del cual fácilmente pueden tomar ventaja potencias extranjeras.

Quizá, lo único que nos ha salvado es que el mundo entero está convulsionado con tensiones geopolíticas en Europa, Medio Oriente, el Mar del Sur de China, etc. Lo cual mantiene ocupados a los países que pudieran tener interés en intervenir en nuestro país.

¿Acaso no es una pena ver cómo se disuelve nuestro México? ¿Acaso no podemos hacer algo más que atestiguar cómo nuestro país se va como agua entre los dedos? ¿Usted qué opina estimado lector?

Roberto Arriola García

  • Analista y emprendedor social.
  • Promotor del bienestar multidimensional.
  • Formado en las artes y las ciencias de la política, la comunicación y el derecho.
  • Columnista y editorialista en medios de comunicación.
  • Es presidente de la Sociedad Mexicana de Estudios de Calidad de Vida y presidente del Colegio de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Iberoamericana.

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