Salud Emocional y Cultura de la paz - INCIDE
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03 Nov Salud Emocional y Cultura de la paz

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“Saber vivir es hacer lo mejor 

que podemos con lo que tenemos

 en el momento en que estamos”.

Alejandro Jodorowsky

Eran los años 80 cuando escuché hablar por primera vez del Karoshi. Me pareció abrumador y terrible saber que en Japón había muchos adultos jóvenes que morían por exceso de trabajo. Era tanto su compromiso ético y laboral que le entregaban su vida, sin tener ningún otro objetivo adicional, ni siquiera su propia familia, a la empresa en la que trabajaban. Hoy en día, el problema ha crecido mucho más. ya es un problema de salud en la tierra del sol naciente.

Igual, en ese entonces, también ya había escuchado del problema de los suicidios de adolescentes en ese mismo país. Actualmente, el país que lleva la delantera en ese tema es Corea del Sur. Se habla de varias razones por las que se da el suicidio entre los adolescentes, algunas de ellas son el acoso escolar, problemas familiares y estrés.

Desde ese entonces, y ya pensando en mis hipótesis de que un día llegaríamos a tener ese tipo de problemas, y otros, en nuestro México, me preguntaba si podríamos como sociedad organizada, prever todos esos problemas y poner manos a la obra para que nunca nos pasara eso.

Sin embargo, pareciera que es inevitable llegar a tener ese tipo de problemas porque todo es un ciclo, que, si bien no es igual para todos los países por sus condiciones económicas y calidad de vida, al final la vida la vamos complicando porque así lo decidimos como sociedad en general.

En mi particular punto de vista, es fundamental que las políticas públicas realmente cumplan con su objetivo social. Están bien establecidas las funciones del Estado en nuestra constitución. Estos son algunos de los elementos fundamentales que debemos tener como ciudadanos: educación de calidad, art. 3; toda persona tiene derecho a… la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, a la protección a la salud, tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible… toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa, artículo 4; corresponde al estado la rectoría del desarrollo nacional… el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución del ingreso y la riqueza, art. 25 y; toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil, entre otras cosas que son fundamentales para el ser humano. Artículo 123.

Educación, salud, vivienda y trabajo para la ciudadanía en general. Pero es mi consideración que todo esto se ha soslayado para hacer que las grandes empresas privaticen todo para que ellos sigan haciendo riqueza a costa de la necesidad de los demás. Vean el caso de Cochabamba, en Bolivia, cuando quisieron privatizar el agua. Analicen lo que está sucediendo en España con la privatización de la energía eléctrica y las altas tarifas que tienen que pagar los ciudadanos.

Si la gente no tiene trabajos dignos, salud adecuada, un lugar digno donde vivir y, mucho menos, una educación de calidad, es obvio que los más necesitados se vean en condiciones miserables y que se enfermen emocionalmente, y otros se dediquen a la delincuencia para lograr cubrir sus necesidades… y otras cosas peores.

La salud emocional o psicológica es esencial para tener una mejor calidad de vida. La mayoría de las enfermedades son el resultado de una salud emocional precaria. Tenemos que regresar a lo básico, a lo elemental para recuperarnos como sociedad.

Y lo mejor, estoy seguro que todavía tenemos tiempo para solucionar esto. Vean lo que pasa en otros lugares como en Japón con los hikikomoris – atrincherados- personas de todas las edades que deciden quedarse en sus casas. Quieren romper lazos con la sociedad porque no logran integrarse a ella. Dejan de ir a sus trabajos o a la escuela teniendo como consecuencia el desarrollo de enfermedades mentales y estados depresivos. 

O también está el problema cada vez más grave de los kodokushi, muertos olvidados o muerte en solitario, que son en su mayoría jubilados que viven solos. No tienen contacto ni con su familia ni con vecinos cercanos y cuando mueren nadie lo advierte hasta que, después de varios días, por el olor, se dan cuenta que han fallecido. Actualmente cada hora mueren tres personas en soledad en Japón.

También podemos ver el problema de las “colmenas” en España. Cada vez es más inaccesible que una persona pueda tener una vivienda digna, y a pesar de ser ilegales, hay proyectos “arquitectónicos” en los que se desarrolla una gran construcción con espacios terriblemente pequeños, casi como un ataúd, sólo para que el inquilino llegue a dormir porque su salario no es suficiente para rentar una vivienda digna. Y esto lo vive Hong Kong desde muchos años en lo que se conoce como “jaulas” o “casas ataúd”. Son espacios de tres por tres metros donde “viven” y hay otros en los que sólo hay espacio para un colchón y en donde ni siquiera pueden ponerse de pie. 

Espero que la clase política se ponga las pilas y se ponga a trabajar en lo que se debe, y nosotros como ciudadanos también hagamos lo propio para trabajar codo a codo para tener una vida digna. De lo contrario cada vez nos alejaremos más de esa dignidad que merecemos y de una cultura de paz tan necesaria para vivir en concordia y armonía social. 

M. D. Primo Blass

*Catedrático de la UAEM (Universidad Autónoma del Estado de Morelos)

Embajador de Resiliencia por la UNAM.

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