ÉTICA Y POLÍTICA - INCIDE
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22 Feb ÉTICA Y POLÍTICA

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INTRODUCCIÓN

Hasta la segunda mitad del siglo XVII, la política, la hacían sólo los reyes y los aristócratas, por lo general. Ellos formaban los gobiernos, tomaban las decisiones que creían oportunas sobre la paz y la guerra, sobre la agricultura y la industria, sobre el comercio y los impuestos, a veces incluso sobre asuntos religiosos. Ellos hacían las leyes y ellos mismos juzgaban sus trasgresiones.

A partir de la Revolución Francesa, las clases medias, que empezaban a ser adoctrinadas en nuevas teorías políticas, exigiendo una participación en la gestión de la vida pública y de interés general. Entrando el siglo XIX , también los proletarios, los que no tenían más propiedad que su fuerza de trabajo y su prole, hicieron acto de presencia en la escena social y lentamente obtuvieron, el mismo derecho de participación política.

Se llegó así al siglo XX, a los llamados regímenes democráticos, algunos vigentes en muchas naciones; entre ellos se procura dar al pueblo, a todos y cada uno de los ciudadanos alguna parte activa en las decisiones que afectan los intereses generales.

Aunque a decir verdad, queda más que demostrado que esa participación queda reducida a emitir un voto, generalmente de castigo, cuando llega el momento, ya que cada gobierno se ha esmerado en ser peor que el anterior, sin importar el color o nivel, y la sociedad civil, hoy ve más viable la comunicación en redes sociales como sistema de organización para salir a las calles y exigir lo que se considera debe de ser, siendo en la mayoría de los casos, esfuerzos que tienden a ir subiendo de nivel, afectando los derechos de otros ciudadanos e incluso desvirtuar la exigencia original, ante la sordera o disimulo de las autoridades en turno.

ÉTICA Y MORAL

Se trata nada menos de armonizar de manera correcta, estable y humana, las relaciones entre persona, sociedad y Estado. Si se logra este objetivo, la persona encontrará en la sociedad y en el Estado lo que de ellos espera, a saber, los medios de realizarse plenamente.

Como ciencia, la ética es la parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre y no de la moral como la definía cierto político mexicano, como “un árbol que da moras”.

La ley natural es ese conjunto de obligaciones morales que deducimos del análisis de la naturaleza humana y que nos define como seres inteligentes y libres, en ello va todo nuestro ser como personas, nuestro libre albedrio de hacer o no lo correcto.

Hoy en día, esos conceptos tan trastocados y manchado por nuestra sociedad que hacen confuso el entendimiento entre lo correcto e incorrecto; la línea es tan delgada como nuestra sociedad, por un lado ataca el feminicidio pero por el otro promover el aborto; cuando en ambos casos es la privación de una vida por otro ser humano; lo cual no debería de suceder en ninguno de los casos.

POLÍTICA

Se entiende como el arte de dirigir a las sociedades civiles, pareciendo una actividad práctica que debe de orientar, ante todo, al llamado del bien común, es decir, que todos los miembros de la sociedad civil puedan disfrutar de los derechos que tienen como personas y a que puedan desarrollar convenientemente todas sus cualidades.

Cualquier praxis humana debe dirigirse por principios racionales, de lo contrario constituiría un voluntarismo ciego o afectivo; de ahí que debe apoyarse en una filosofía política coherente con la realidad del hombre.

Algún otro político mexicano, para variar, la define como el arte de comer suciedad, diciendo que es buena y además pedir más; eso es politiquería, el acto ruín y bajo de perder la dignidad personal por una cuota de poder y venderse al mejor postor, pero vuelve la línea delgada a hacer sus estragos y como sociedad no entender la diferencia entre ambas y los resultados han sido visibles.

RELACIÓN ENTRE ÉTICA, POLÍTICA Y EL RIESGO

Puesto que los actos públicos de un hombre político o los actos políticos de cualquier ciudadano son actos humanos, es decir, realizados por la persona con conocimiento, deliberación y libertad  tales actos o son conformes a los principios de la ley natural o no lo son. Si lo son, son moralmente buenos; si no lo son, son moralmente malos. De este dilema es inútil intentar escapar. Lo cual quiere decir que no hay actos humanos moralmente indiferentes o neutros.

La política, por tanto, o mejor, los hombres que realizan la política y el gobierno de un país, no pueden de ninguna manera en conciencia prescindir de la ley natural, ni legislar como si ella no existiera, porque existe. O lo qué es lo mismo: también la política ha de someterse a unas normas fundamentales que son las del orden moral natural.

Los gobernantes tendrán que establecer evidentemente un ordenamiento jurídico positivo, es decir, un conjunto de leyes concretas que orienten y unifiquen el esfuerzo de las personas, las familias y las entidades intermedias hacia el bien común. Pero todo el derecho positivo no puede sustentarse en sí mismo; tiene que entrar también en el ámbito moral, ya que debe estar siempre en coherencia con el derecho y la ley natural.

De no ser así, la ley positiva, los ordenamientos jurídicos, o quedan invalidados o tienen más valor ni fuerza que la de la coacción. Evidentemente, un Estado político moderno tiene innumerables medios para coaccionar a los súbditos y obligarles a que cumplan las leyes positivas, pero entonces el Estado de derecho se convierte en un Estado de fuerza.

Hay que obedecer las leyes porque, de otra manera, seremos castigados con penas legales. La acción humana, que debe ser propia de seres inteligentes y libres, empieza a ser sólo una acción sometida al temor y a la fuerza. El hombre no se siente obligado por su conciencia moral al cumplimiento de las leyes. Sólo se ve impulsado a cumplirlas o por un sentimiento natural e instintivo de honradez o por el miedo a las penas. En cualquier caso, no por obligación moral humana. Sus actos dejan de ser humanos en el pleno sentido de la palabra.

Hoy en día, más allá de moralidades, queda demostrado que aparte de la ley natural expuesta como tal y hablando coherentemente de temas más terrenales y fuera de toda teoría ética, vemos que el no haber actuado con congruencia e integridad, muchas de las acciones no sólo de México y el mundo, nos tiene hoy al borde de un fuerte colapso social, climático y crisis de valores, que insisto, a veces criticamos y que a veces aplaudimos, según nos vaya ir en la fiesta; pero la drogadicción, los desastres, inundaciones, feminicidios,  narcotráfico, sólo son consecuencias de decisiones que sólo fueron tomadas al amparo de la corrupción, la negligencia o la indiferencia; hoy vivimos las graves afectaciones de no haber tenido políticos éticos (y empresarios, ya que como sabemos la corrupción siempre tiene dos o tres vías) y lo más triste, aún los actuales, como dice el dicho “ven la tempestad y no se hincan” y de los políticos que vienen ¿Qué opinas? ¿serán diferentes? ¿son coherentes, éticos, congruentes, íntegros?  ¿y sus aliados, sus seguidores, sus colaboradores? ¿lo son?

 

GUILLERMO MORENIO RIOS

incide.guillermo@gmail.com