19 Jun Redes empresariales socialmente responsables: Clave para afrontar el nuevo desafío en la escala local, nacional y mundial.
Para el economista Van de Weyer, profesor de la Universidad de Cambridge, desde el 2004 ya la humanidad se enfrentaba a cinco amenazas que podrían situarnos ante un escenario de tintes catastróficos: el fundamentalismo religioso, la creciente desigualdad económica, el calentamiento global, el deterioro de los servicios públicos y el crecimiento demográfico.
Hoy, catorce años después, hemos sido testigos de los escenarios multi amenaza, a los cuales nos enfrentamos en concierto y al unísono todas las comunidades en todos los países. Esto nos desafía a dinamizar las redes empresariales, músculo de la economía para generar riqueza y bienestar, columna fuerte desde donde se fortalece el tejido social.
Actualmente, muchos países latinoamericanos, estamos regresando a las actividades presenciales, entre ellos México. Por supuesto, el regreso a los escenarios presenciales es completamente distinto al escenario anterior a la cuarentena. En estos meses, tenemos muchas bajas en nuestra sociedad, irreparables pérdidas de vidas humanas, y pérdida de los medios de vida de muchas personas que han sobrevivido la primera ola del COVID-19. Además, empresas que han tenido que ajustar sus velas para no caer en la quiebra, y otras, menos flexibles, menos robustas financieramente, menos resilientes, empresas pequeñas y emprendimientos que no han logrado sobrevivir ante el cierre de fronteras, turismo nulo, minimización de importaciones y exportaciones, venta de productos y prestación de servicios de toda índole. Lo cual nos hace recordar la Teoría del Caos y el efecto mariposa, donde una acción o acontecimiento local, puede desencadenar en múltiples efectos en la escala global. De tal forma, la sociedad en general en todas sus diversas manifestaciones, siendo una de ellas las empresas, han estado expuestas a los múltiples hechos concatenados en el último semestre, lo cual coloca a las empresas en un estadio complejo.
La propuesta para avanzar una siguiente etapa, que pasa por la administración en medio de la incertidumbre, y lograr una razonable estabilidad y necesario crecimiento económico, está en manos sin duda del liderazgo de los actores sociales que reúnen tecnología, conocimiento, talento humano, capital y redes, es decir, las empresas. Las empresas, no sólo han capitalizado la curva de aprendizaje, sino que en diferentes momentos de su desarrollo han experimentado diferentes crisis que les ha permitido desarrollar resiliencia. Claro está, todas tienen niveles distintos de resiliencia, y es aquí donde debemos afrontar el desafío unidas para no dejar a nadie atrás.
La empresa sabe que, tal y como lo menciona Jane Nelson, fundadora de la Iniciativa de Responsabilidad Corporativa de la Kennedy School of Government, de la Universidad de Harvard, requieren un contexto ordenado, estable y pacífico para suplir efectivamente los bienes y servicios que necesitan las comunidades que sirven, y recalca la necesidad de desarrollar competencias para la creación de valor social en las cadenas productivas y para la inversión filantrópica.
Pero cual es el siguiente paso, en un contexto donde se ha lastimado y se ha perdido tanto tejido social. Pues, hay que comenzar con el apoyo de las empresas más maduras organizacionalmente y con mayor experiencia en sobrevivir crisis en el pasado. Éstas, pueden ayudar a las empresas más jóvenes, a emprendedores y personas, familias y organizaciones a convertirse en empresas, o bien fortalecer a las existentes pero lastimadas. Una de las formas es haciendo transferencia tecnológica, y realizando intercambio de talento humano. Las empresas con mayor gestión del conocimiento pueden dotar de metodologías, procesos, así como ejemplos de compromiso con el fortalecimiento institucional, la lucha contra la corrupción, la construcción de capital social, el desarrollo de las personas, la protección del ambiente y el respeto por los derechos humanos.
Las empresas cuentan con una valiosa herramienta, que desde hace varias décadas ha decantado a los empresarios conscientes del aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y la administración del talento humano, en armonía con la creación de riqueza para la prosperidad de las personas, familias, comunidades y países. Esta herramienta es la Responsabilidad Social Empresarial.
Por lo anterior, la herramienta de Responsabilidad Social Empresarial se constituye en el capital más valioso con el que cuentan las empresas líderes hoy, siendo que facilita extender los lazos en su ecosistema para hacer crecer y fortalecer las redes de resiliencia, liderar las alianzas intersectoriales para el restablecimiento de las operaciones, tanto presenciales, en línea, o mixtas, así como sus múltiples combinaciones según las necesidades y capacidades diferenciadas de cada organización.
Las empresas socialmente responsables, reconocen que la competitividad y sostenibilidad de los negocios dependen del bienestar de sus entornos y de las personas: Clientes internos y externos, colaboradores, proveedores, comunidad. Invierten en el desarrollo socioeconómico de sus áreas de influencia con el propósito de crear valor compartido, generando, al mismo tiempo, beneficios para la comunidad y rendimientos tangibles e intangibles para la empresa.
Además, en el último quinquenio hemos visto surgir un nuevo paradigma: Empresas B, su B simboliza el vocablo Bienestar. Las cuales están dando un salto cualitativo y estratégico para afrontar este nuevo desafío común y están organizadas en redes que a su vez pertenecen a una red a nivel mundial. Además, de compartir plenamente los valores de la Responsabilidad Social Empresarial, e incorporar los principios de un joven paradigma: Economía para el Bien Común, son más ambiciosas, y no destinan un colaborador en la empresa o un departamento para la Gerencia Social, sino que, redefinen la Visión, Misión y Plan Estratégico, para lograr permearlo en todas las capas de la organización y en su presupuesto operativo, de tal forma que es una cultura organizacional, y pasa a ser el funcionamiento orgánico, natural y por tanto, sustentable y sostenible. De igual manera, empresas de recién formación, están definiendo su propósito desde el inicio pensando en cómo van a beneficiar al mundo con sus productos y servicios, y cómo van a formar parte de las redes en su sector y las intersectoriales para crear y fortalecer las redes de resiliencia.
La invitación, aprender del modelo sabio de la naturaleza, las clases que nos dan hormigas, y las abejas en sus enjambres, trabajando todas para el bienestar común y con responsabilidad social. Para ello, tenemos una oportunidad única que nos ha dejado estos meses de aislamiento social, en reflexión para empezar de nuevo y hacerlo aún mejor. El reto empieza en lo individual, con un efecto mariposa, pero esta vez positivo, para que el sonido de sus alas, es decir, el esfuerzo de sus acciones, lleguen a todas las latitudes como un esfuerzo inspiracional y con un propósito transformacional. La invitación es para que cada persona que forme parte de una empresa, que esté creando una, o que esté reinventándose para adaptarse al nuevo escenario y dar cara al nuevo desafío, interiorice la naturaleza de la resiliencia, la cual depende de gran manera, de la capacidad de crear los vínculos y alimentarlos cada día, para soportar los fuertes vientos, levantarse y ajustar las velas, y finalmente, restaurarse ante cada episodio de vida. La conocida frase, la unión hace la fuerza, es toda vez, más válida hoy. Sin duda, juntos saldremos adelante. La esperanza se fortalece en la unión de voces y corazones, recordemos todos, que de la estabilidad social, que se basa en el respeto por los Derechos Humanos, donde el derecho a la paz, el derecho a una vida digna con goce de los recursos naturales en un ambiente sano, el derecho a la educación para el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza y la seguridad alimentaria, se convierten en el abono para que se regenere el tejido social, y en la plataforma para la reconstrucción del tejido empresarial para el Desarrollo Económico Sostenible. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 16, de la Agenda 2030: Paz, Justicia e Instituciones sólidas y transparentes, puede tener una gran contribución desde las empresas socialmente responsables que históricamente han sido solidarias con la sociedad civil y respetuosas de la institucionalidad, las cuales ahora más que nunca están contribuyendo positivamente al ODS 17: Alianzas para el logro de la Agenda 2030, para transformar nuestro mundo y no dejar a nadie atrás.
Dra. Beverly Hernández Castro
Consultora internacional en Desarrollo sostenible y Gestión de proyectos
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