COVID Y LA PERCEPCIÓN DEL RIESGO - INCIDE
19321
post-template-default,single,single-post,postid-19321,single-format-standard,vcwb,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,side_area_uncovered_from_content,qode-theme-ver-8.0,wpb-js-composer js-comp-ver-5.0.1,vc_responsive

25 May COVID Y LA PERCEPCIÓN DEL RIESGO

Riesgo es un acontecimiento asociado a pérdida o perjuicio y cada vez más encontramos que nuestro sentido común está dejando de serlo ante el Coronavirus, especialmente cuando la percepción altera la realidad.

Hombres y mujeres tenemos sentido innato contra el peligro y podríamos disertar sus bases en nuestra historia acumulada de ser personas. Habrá quienes asuman que el hombre es arrojado por naturaleza propia y en el abanico de posibilidades no resultará extraño que otros argumenten que las mujeres han sido condicionalmente llevadas a ser reactivas ante la cercanía de las amenazas y, por ello, su aversión es mayor respecto a la del hombre; no se requiere entrar a discusiones respecto de si unos son más intrépidos y los otros más cuidadosos. Por mi parte incluso me rio de tantos videos del tipo “Gente que se extingue sola” y en las redes podemos encontrar variopintos ejemplos de quienes, contra su seguridad (conduciéndose con riesgo), ejecutan todo tipo de acto contrario a la razón… pero exponerse innecesariamente al Covid no es cosa de risa.

Entendemos que caminar por una barda a mayor cualquier altura potencia la posibilidad de sufrir más lesiones en caso de caer: Incluso nuestro nivel de confianza cambia radicalmente cuanto mayor es la altura. El infante va cambiando su percepción al daño conforme a acumulado las experiencias de golpes previos y los padres les reforzamos que su conducta debe ser la contraria a fin de evitar las consecuencias dañinas. Pero la percepción del riesgo también se altera con la conducta social, por ejemplo, la cerveza se convierte en la luz a la cual vamos cegados como las polillas al fuego, pero mientras aquel animal solo atiende a naturaleza para ir a la llama que le mata, así el hombre pareciera que le pierde el miedo al contagio y deja de razonar cuando se congrega para adquirir su ansiada carga.

Riesgo es riesgo y por ello no puedo explicar la conducta indolente que tantas personas muestran hacia una condición que es casi como invitar a la muerte a decidir pasear por su casa. Tal vez ya asociemos de forma involuntaria (o impuesta) que el porcentaje de mortandad pareciera ser tan bajo y la mayoría de la gente es asintomática que, entonces, pueden despreciar su potencial dañino y que a contrario, nos parezca razonable jugarse el albur todos los días. Es irracional encontrar convocatorias para “Fiestas Covid”, o de ver infinidad de personas pacientemente en fila en pos de la tan ansiada cerveza. Qué incita a congregarse o porque hay hasta quienes abiertamente consideran que el susodicho virus no existe; es aquí, donde cabe otra interrogante respecto de si los juicios de valor, como los juicios de exposición al riesgo son tan unipersonales como para sentirse ajeno a su verdadera naturaleza o, si por contrario, esa personalísima evaluación arroja en cada individuo el sentido de que vale la pena asumir las consecuencias.

Tal vez sea que la particular condición de percibir como permanente el mismo grado de peligro nos produce con el tiempo la sensación de confort al asumirnos incapaces de actuar ante él; por ello, una resultante aparentemente lógica es que esa tolerancia es producto de una condición socialmente impuesta. ¿Gente que se extingue sola?

Por supuesto que también razono que la necesidad manda y el ser humano en su deber ser, tanto proveedor como de consumidor, tiene necesidades que se deben satisfacer para proveer de recursos o servicios; ya no se trata de ser impetuoso o temerario, se trata de que las necesidades básicas se imponen sobre el sentido común. Pero entonces, que tiene que ver una necesidad básica respecto de dejar salir al parque a nuestros hijos cuando ni a la escuela se les convoca, o cual es el impulso de algunos que eleva a plano de prioridad hacerse de un poco de cerveza siendo que usualmente nos ganaría la prudencia y, de golpe, se relajan nuestras “defensas mentales” y terminamos por ser vencidos ante otros estímulos.

En tiempos anteriores al Covid nuestro sentido común nos decía que si una persona mayor de 80 años fallecía es porque “ya le tocaba”, entonces tenemos certidumbre de que al alcanzar una mayoría de edad se está en mayor posibilidad de morir, así que no hay incertidumbre: la confiabilidad depositada a la experiencia siniestral del riesgo llamado “edad” no genera mayor exposición, lo que nos dice es que la mayoría poco a poco morirán, aunque no sepamos quién perderá esa lotería; lo incierto es entonces que muriesen más de los esperados. Por contrario, si nos hubiesen dicho que una persona alrededor de los 30 años repentinamente moría, es porque en ese grupo de edad nuestra percepción de amenaza a perder la vida es menor y por ello deviene nuestra certeza es que la mayoría debería vivir. Entonces porqué el Coronovirus está cambiando nuestras percepciones respecto de la certidumbre de su transmisión y nos confiere sensación de inmunidad.

No es dubitable si afuera de casa es donde la propagación ocurre: Por supuesto que así es. Podríamos convalidar que, si indebidamente reducimos nuestras medidas de seguridad y poco a poco aceptamos exponernos, sería un equivalente insano de atracción para que se actualice en nosotros el contagio, o donde su consecuencia maligna sea aceptable respecto de supuestos beneficios. No es que nos atraiga el potencial de enfermar y morir, no es nuestra naturaleza, sino que poco a poco nos damos la excusa y con ello vamos tomando tolerancia a ese riesgo particular.

No debemos dejar que nuestra mente nos guíe por caminos de falsa seguridad.

Carlos Zamudio Sosa

Claims Manager

Desde 2005 brinda servicios de consultoría “Risk Management” externo con atención a Asegurados en preparación para Inspección de Riesgo, análisis de contratos y control de sus licitaciones; asesor para acreditación de daño físico y consecuencial por siniestro por acompañamiento, asesoría y defensa técnica y jurídica por reclamos asegurados o afianzados.

Ha acreditado diversos cursos en diversas materias afines al Riesgo y la valuación del Daño Material, incluyendo terminar estudios de nivel
Maestría de Daños y Ajustes. Ha co-impartido 6 Diplomados en temas selectos de Gestión del Riesgo y Seguridad Industrial y acreditado ante la STPS.

Expositor invitado en Seminarios y Talleres y otros programas de desarrollo personal en seguros y colaborador para medios impresos y electrónicos especializados en Seguros y Fianzas.

Linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-zamudio-sosa-6a67a922/

  • Se permite el uso, distribución y difusión del contenido publicado en  http://consejoincide.org/  toda vez que se cite la fuente, al autor, se vincule al artículo en nuestro sitio web y se mantenga la intención del contenido.