13 May LA RESILIENCIA EN LOS TIEMPOS DE PANDEMIA
La resiliencia, que en palabras sencillas se puede definir como: “la capacidad resistir para volver a tomar vuelo” (Peralta & Velázquez, 2017), se constituye en la palabra poderosa, que, llevada a la práctica, puede ser clave para reinventarnos en esta crisis.
El escenario actual de pandemia que está viviendo la humanidad con el Covid-19 demanda soluciones creativas e innovadoras frente a la crisis. Un camino para lograr este propósito es el fortalecimiento de la resiliencia de los países y la sociedad en su conjunto. Esta comprendida como la: “Capacidad que tiene un sistema, una comunidad o una sociedad expuestos a una amenaza para resistir, absorber, adaptarse, transformarse y recuperarse de sus efectos de manera oportuna y eficiente, en particular mediante la preservación y la restauración de sus estructuras y funciones básicas por conducto de la gestión de riesgos” (ONU, 2016).
Hoy la humanidad se enfrenta a uno de los mayores desafíos del Siglo XXI. Esa, así como la actual pandemia, ha puesto realmente a prueba la resiliencia de una sociedad global, en un mundo interconectado, con graves crisis económicas, ambientales y humanitarias. Esta crisis devela a la vez, la gran vulnerabilidad de la sociedad, los gobiernos y sus instituciones, acumulada durante décadas, principalmente en el campo de la salud pública y la economía.
El Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015 – 2030, ya hace cinco años, había establecido la necesidad de ampliar el alcance de la reducción del riesgo de desastres (históricamente centrado en las amenazas naturales y de origen antrópico) a las amenazas ambientales, tecnológicas y biológicas conexas, promoviendo ampliamente la resiliencia sanitaria. Sin embargo, no se había realizado mucho para enfrentar la pandemia que hoy nos afecta.
El problema con esta crisis, a diferencia de otras que impactan a nivel global, como la asociada a los efectos de algunos fenómenos climáticos, es que sabemos casi con certeza donde se originó la pandemia, pero no cuándo terminará. Esto derivado de las grandes incertidumbres científicas que se han planteado en relación con tratamientos eficaces y una vacuna que realmente sirva.
El subdesarrollo es una realidad conocida de vieja data, en nuestros países latinoamericanos, ante la que nos hemos acostumbrado, tolerado y coexistido. Esta condición explota como un campo minado en la cara de la sociedad, generando que las debilidades del modelo de desarrollo, o mejor debiéramos decir del modelo que perpetua las condiciones del subdesarrollo, que cotidianamente se toleran y se minimizan, se exacerben en situaciones límites como en este escenario global de pandemia.
Estas condiciones, ahora brotan con fuerza desde el corazón desde los pueblos como un caballo de Troya, que ha estado latente para manifestarse en el momento menos esperado. Nuestras sociedades, instituciones, gobiernos, acostumbradas a la continua ocurrencia de pequeños y medianos desastres, que se han vuelto parte del paisaje en diferentes grados, se muestran desconcertadas y mal preparadas ante esta realidad.
Esta crisis demuestra que el modelo asistencialista no construye capacidades. Es un modelo que no refuerza, por ejemplo, la red hospitalaria, que no genera opciones económicas sostenibles a las personas. Aunque muchos necesitan en este momento la asistencia social, que es diferente al asistencialismo humanitario, este número de personas extremadamente vulnerables podría ser menor, si se trabajara en mejorar de manera sostenible sus condiciones de vida, y no solo con resolver de manera puntual unas necesidades, lo que generalmente acentúa la miseria y la desigualdad. La resiliencia radica, no en dar el pescado, sino en enseñar a pescar, no en solo lanzar el salvavidas , sino en enseñar a nadar.
El escenario de pandemia, con pocas excepciones, no era considerado en los análisis de riesgo. Esta condición determina un gran reto para quienes trabajamos en esta área. Los escenarios que se consideraban irreales o de ficción, se materializaron rápidamente, haciendo que debamos ampliar el alcance de los análisis. Por primera vez en este siglo, la naturaleza descansa un poco de las actividades humanas que la estaban contaminando y expoliando. La pandemia nos obligó a la mayoría a resguardarnos en nuestras casas, por el miedo a contaminarnos. Sin embargo, la sociedad ni las economías estaban preparadas para enfrentar esta recesión, que demuestra que tan débiles somos para afrontar desastres globales.
La globalización genera grandes oportunidades, pero también se pone de manifiesto, que entraña grandes riesgos. Riesgos como los que corren países como los nuestros, altamente dependientes de los bienes producidos en otros contextos. Una de las características del subdesarrollo es la generación de una alta dependencia en la producción de tecnologías, derivadas de unas bajas inversiones en ciencia.
Es así como la recreación de la resiliencia en crisis, luego de haber sido “deformados” por esta pandemia, puede servir para repensar, la forma en que se ha planteado la relación sociedad – sociedad y sociedad-naturaleza, para tratar de resolver el dilema de si ¿La normalidad era el problema? y experimentar esta situación como oportunidad de cambio, para que este forzoso “alto en el camino”, nos permita construir una “nueva normalidad o realidad”.
Mientras que, en la creación de la resiliencia, se reconocen tres acciones: aumento de la resistencia, adaptación positiva y preparación para afrontar, basados principalmente en el conocimiento de los riesgos. En la recreación de la resiliencia se reconoce las acciones para la recuperación, basados principalmente en la capacidad de absorción y de transformación positiva para superar las crisis o el desastre, de manera eficaz y eficiente en el menor tiempo posible.
Nuestra capacidad de absorber ha sido exacerbada por esta crisis, la capacidad de adaptación positiva a la realidad actual nos pone a prueba, poniendo de frente a nosotros solo dos caminos para escoger. Como si fuera un video juego, el primero camino que puede poner fin a nuestra existencia en el planeta tierra y con el miedo de quedar en “game over” y el segundo camino, que nos brinda una “última vida” para cambiar el destino de la humanidad, como una nueva oportunidad para recuperarnos en crisis y traspasar la barrera de la “normalidad” a la que estábamos acostumbrados. El reto es asumir un compromiso individual y colectivo, hacia un proceso de transformación positiva para construir una nueva normalidad, desde una perspectiva más humana y justa para con nosotros, pero en especial con el planeta.
HENRY ADOLFO PERALTA BURITICÁ
Fundador y CEO de la Empresa Soluciones Resilientes. Es Ingenivero Civil y Magister en Educación de la Universidad del Valle. Graduado del Programa de Especialización en Reducción del Riesgo de Desastres en el Marco del Desarrollo Local Sostenible DELNET (OIT-ONU). Conferencista internacional, docente universitario de programas de postgrado en gestión del riesgo de desastres, Director de la Escuela Global de Educación en Resiliencia y consultor en gestión del riesgo y resiliencia territorial con más de 19 años de experiencia. Experto en evaluación del riesgo de desastres a gran escala en poblaciones. Desde el 2010 es docente del Centro Internacional de Formación –Programa DELNET (OIT-CIF/ONU) en Turín Italia. Fue Promotor para Colombia de la Campaña Mundial Desarrollado Ciudades Resilientes de UNISDR entre 2013 y 2016. Ha sido consultor de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR) en evaluación de indicadores de resiliencia y capacitador del Instituto Global de Educación y Formación – GETI de UNISDR (Incheon Corea) en elaboración de Planes en Reducción del Riesgo de Desastres en Gobiernos Locales y Sector Privado. Ha sido coautor de los libros: “Territorios resilientes: una guía para el conocimiento y la reducción del riesgo de desastres en Colombia” (2013); Resiliencia: la clave del liderazgo del Siglo XXI (2017) y Negocios Resilientes: el reto de los líderes empresariales que se atreven a cambiar y a dar el salto (2019)
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